El segundo aliento

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Además del análisis del movimiento estudiantil francés, El Segundo Aliento… expone el origen y la historia de la Ligue Communiste (Sección Francesa de la Cuarta Internacional). En el momento en que la crisis de los movimientos estudiantiles italiano alemán dejan a la vanguardia de esos países dispersa y desarmada ante la radicalización obrera que se manifiesta hoy, la experiencia francesa toma valor de ejemplo.

porte_drapeau.jpgSon las tesis de este folleto las que han guiado la intervención de la Juventud Comunista Revolucionaria (JCR) en Mayo de 1968, en sus relaciones con el Movimiento del 22 de Marzo y en las barricadas.

Sin embargo esta síntesis fue elaborada durante el verano de 1969, en el momento del apogeo del espontaenismo estudiantil y en vísperas de su desmembramiento. Esto quiere decir que la lucha contra el espontaneismo ocupa aquí un lugar importante. Resulta de ello una apreciación demasiado somera y general de las fuerzas políticas en el seno del movimiento estudiantil.

Nuestros lectores deberán evitar por consiguiente toda interpretación esquemática. No se trata más que de un marco de comprensión del movimiento estudiantil, que pasa a ser verdaderamente útil sólo cuando es precisado por un análisis detallado y circunstanciado de la estructura y la historia del movimiento estudiantil de cada país, permitiendo sacar las conclusiones tácticas indispensables a una intervención eficaz.

Daniel Bensaïd y Camille Scalabrino, ex-dirigentes de la JCR, organización disuelta por el gobierno francés en Junio de 1968, son hoy dos dirigentes de la Ligue Communiste, organización fundada en Abril de 1969’.

I. Fundamentos de la movilización estudiantil

1. Una encrucijada de contradicciones

Por su situación objetiva el medio estudiantil constituye el nudo donde se entrelazan varias contradicciones.

Formando parte de la juventud en general, es el primer afectado por la crisis de la ideología burguesa a la que está llamado a glorificar y a perpetuar. La burguesía de la decadencia imperialista no es la burguesía creadora que toma el poder para realizar sus tareas históricas. Sus valores, su historia, su moral no tienen nada que entusiasme, todo esto se comprende ningún joven puede identificar sus esperanzas a la de la clase burguesa, ligar su suerte a esa moribunda. Aún más cuando los valores predicados por la escuela, las academias, las autoridades, son cotidianamente desmentidos por los crímenes del imperialismo en sus convulsiones. Privada de moral e ideal, la burguesía les substituye el marco publicitario. No se trata ya de defender los ideales de la burguesía triunfante (libertad, igualdad), sino de conformarse con la imagen robot del consumidor medio, del burgués mediocre de la decadencia. Ninguna juventud puede reconocerse en esa ideología. Y el estudiante menos que ningún otro, porque es el presunto heredero y el continuador designado, vive así intensamente la crisis de la ideología burguesa.

Como futuros cuadros, los estudiantes están obsesionados por los problemas de la estructura del empleo para los trabajadores intelectuales. En las ramas eh las cuales el horizonte profesional está determinado, futuro cuadro significa frecuentemente futuro desocupado (disciplinas científicas y técnicas) en las profesiones liberales (derecho, arquitectura) largos estudios desembocan frecuentemente en la lenta subida de jerarquías malthusianas.

Por último, el medio estudiantil se encuentra en el centro de la crisis institucional de la universidad. Conviene detenerse sobre esta contradicción que es uno de los resortes más potentes de la movilización estudiantil.

2. La contradicción principal

a) La universidad descuartizada

La contradicción principal de la universidad ilustra la contradicción fundamental de la sociedad capitalista desarrollar las fuerzas productivas perpetuando las relaciones de producción.

El ritmo de innovación tecnológica, el crecimiento constante de la necesidad de mano de obra cualificada, hacen valer el papel actual de la universidad y de a escuela en el desarrollo de la fuerzas productivas (formación profesional). Esta función esta sin embargo indisociablemente y contradictoriamente ligada a la perpetuación de las relaciones capitalista de produccion por la difusión y la proyección de la ideología burguesa que las disimula a los ojos de los futuros explotados. Así surge la contradicción entre el nivel requerido por el desarrollo de las fuerzas productivas y el nivel de formación que exige, desde el punto de vista de la clase dominante el mantenimiento y la reproducción de las relaciones jerárquicas en la empresa y de las relaciones de explotación de la sociedad en general. De ahí la selección, la especialización precipitada, la orientación forzada, la formación parcial, en migajas.

Todas las descripciones sociológicas sobre la transformación de la universidad no hacen más que resaltar los índices de esa contradicción principal. La llamada función cultural auto-reclutamiento de las élites burguesas (Facultad de letras, profesiones liberales) se esfuma en el provecho de una función económica que se afirma cada vez más sin desaparecer, sin embargo.

Como la innovación tecnológica y permanente se ha hecho uno de los más importantes factores del desarrollo económico, las modificaciones concernientes a la estructura del empleo y a la división técnica del trabajo, toman una importancia cada vez más considerable una economía en expansión necesita que sea modificada la distribución de la mano de obra en función de un acrecentamiento de los cuadros medios y superiores.

El horizonte profesional esta presente, algunas veces de forma obsesiva, para el estudiante desde su entrada a la universidad. Y esto mucho más cuando él esta llamado a colaborar en el mantenimiento del orden burgués, sin participar por otro lado de los privilegios de clase de la burguesía.

El ejemplo de las Ciencias Humanes es edificante. La Sociología, simple epígono de la filosofía en la época del capitalismo liberal, se convierte en la época del capitalismo monopolista en una disciplina autónoma inspirada de la sociología americana y encargada de suministrar los especialistas que tienen por misión engrasar las ruedas humanas de la empresa. Por necesidad se amputara incluso a la universidad la enseñanza sociológica para confiar a las mismas empresas la formación de los sociólogos de la casa. Igualmente, el Profesor Canguilhem subrayaba en un artículo celebre que la psicología deja frecuentemente de ser una ciencia para convertirse en auxiliar de la Prefectura de Policía. Lejos de poner en cuestión el orden establecido, las ciencias humanas tienen por función la de afirmarlo cada vez más y la de sojuzgar y adaptar a él a los dominados.

El contenido de la enseñanza que debe formar simultáneamente una mano de obra adaptada a las necesidades de la economía capitalista y domesticarla mediante una fuerte inyección de ideología burguesa, no es la única manifestación de la contradicción principal de la Universidad.

b) Diversificación del acceso a la universidad

Al mismo tiempo que evoluciona la función de la universidad, evoluciona la gama de su reclutamiento. Aunque, en la mayoría de los países capitalistas desarrollados, ese reclutamiento sigue siendo “anti-democrático”, como lo prueba el porcentaje siempre débil de hijos de obreros y de campesinos en la universidad, los estudiantes no son ya de forma exclusiva, hijos de familia empujados a la carrera por un nepotismo institucional. El acceso a la universidad se ha ampliado a las capas medias.

Eso no significa que el espíritu de revuelta haya entrado en la universidad con esas capas. Se sabe que el pequeño-burgués o el hijo de proletario aislado en la universidad es la víctima conformista y halagada del proceso de formación cultural bien conocido por los sociólogos: “ Para los hijos de campesinos, de obreros, de empleados o de pequeño comerciantes, la adquisición de la cultura escolar es cultivarse. Si los interesados mismos viven raramente su aprendizaje como renuncia o negación es porque los saberes que ellos deben conquistar están altamente valorados por la sociedad en su conjunto y porque esa conquista simboliza el acceso a la élite. También es necesario distinguir entre la facilidad para asimilar la cultura trasmitida por la escuela (tanto más grande cuando el origen social es más elevado) y la propensión a adquirirlo que alcanza su máxima intensidad en las capas medias (…)”.

También es la pequeña burguesía, clase de transición, quien se adhiere más fuertemente a los valores escolares, puesto que la escuela le promete colmar todas sus aspiraciones confundiendo los valores del triunfo social con los de prestigio cultural. Los miembros de las clases medias se distinguen de las clases inferiores concediendo a la cultura de élite de la cual ellos tienen un conocimiento también lejano, un reconocimiento decisiva que testimonia su buena voluntad cultural, intención vacía de acceder a la cultura1. Sin embargo.

c) Una racionalidad bastarda

La operación de reajuste de la universidad a las exigencias de la economía capitalista en expansión habría podido parecer a los estudiantes “serios” y a los “bien dispuestos” como una obra saludable de racionalización. Si la racionalidad en cuestión no se anunciaba evidentemente como una racionalidad bastarda cuyos métodos pedagógicos retrógrados, el contenido anticuado de la enseñanza, las estructuras carcomidas, la orientación hacia el fracaso, no son más que las facetas cotidianas.

De hecho la burguesía, unámime en cuanto a la necesidad de una reforma de la universidad, se divide cuando se trata de asumir los costos de ella. Los burgueses se proponen colectivamente una reforma cuyos medios, individualmente, rechazan. Los avatares que la austeridad presupuestaria hace conocer en Francia a la ley Faure no son más que un ejemplo. La voluntad de modernización con pocos gastos se traduce por las medidas parciales y los remiendos, que perpetúan el caos universitario. Es necesario reconocer que la formación acelerada, es también una medida de previsión de la economía la subcalificación suministra una mano de obra incapaz de adaptarse a la evolución tecnológica, sometida a los imperativos de la readaptación y los desplazamientos geograficos, moldeable y curvable a merced.

Por último, esa racionalidad bastarda de las reformas universitarias capitalistas responde a la inquietud política de restringir el campo de interés intelectual de los cuadros y técnicos destinados a subsistir como ruedas dóciles del sistema de producción en el momento en que por sus conocimientos ellos aspiren a asumir el control. Limitar sus aspiraciones limitando su formación, es también una operación contradictoria a la cual no escapan los reformadores. La universidad en tanto que dispensario de la ideología burguesa es también uno de los instrumentos refinados que la clase dominante se da para racionalizar y perpetuar, producir y reproducir su propio poder.

Esas tentativas de racionalización capitalista se han multiplicado en los últimos años. El Wissenchaftrot en Alemania, el plan Gui en Italia son variedades de una misma cosa. La reforma Faure en Francia representa una de las tentativas capitalistas más coherentes de reforma en la Universidad. El plan Fouchet (1964-1967) ya se había esforzado por responder a un periodo de innovación tecnológica acelerada, que exigía un fuerte contingente de mano de obra cualificada y polivalente. Ese imperativo chocaba con el rechazo político de la burguesía por formar gentes que tengan una comprensión un tanto global de la sociedad y susceptibles de ponerla en cuestión. Por otro lado, ese objetivo pedía créditos, un esfuerzo financiero considerable, concebido por los capitalistas como una inversión muy poco rentable a corto plazo.

Para resolver esas contradicciones, fue instaurado un sistema de formación rápida y especializada, distinto de la formación de una élite destinada a tomar los puestos de mando. Pero las previsiones mismas del Plan Fouchet no fueron todas realizadas y los créditos fueron algunas veces bloqueados. Así el Plan Fouchet no llegaba más que imperfectamente a reemplazar la selección natural de las antiguas propedéuticas sobrecargadas por la selección organizada de los ciclos cortos, los callejones sin salida y las pasarelas. Finalmente, el plan Fouchet respondía a lo más urgente: dedicado ante todo a recuperar el atraso científico, no evocaba más que de forma evasiva las salidas de los estudios literarios y su inserción en la economía.

Al mismo tiempo que era aplicado el plan que debía arreglar las cuestiones más urgentes, se desarrollaban los coloquios en Caen y Amiens. Reuniendo universitarios y representantes de la economía, esos coloquios emprendieron una búsqueda a más largo plazo, bastante abstracta, de una pedagogía de élite y una readaptación de los conocimientos, adaptados a la ciencia moderna. Plantaron por primera vez el principio de pequeñas unidades universitarias abiertas a la economía regional, de la emulación entre facultades que, mediante la libre concurrencia debe dar como resultado una enseñanza de élité cada vez más distinta de una enseñanza de masas. La aplicación precisa de esos principios no era estudiada ni las cuestiones presupuestarias. Se contentaban con una apología de la revolución pedagógica 2, con experiencias de enseñanza polivalente con créditos limitados y métodos audiovisuales.

El acontecimiento de Mayo 68 intervino en el momento en que el que el plan Fouchet era atrasado financieramente por las obligaciones más apremiantes del Mercado Común. Resultaba de ello que la clasificación entre las vías cortas y las vías largas no estaba enteramente efectuada los estudiantes estaban concentrados en facultades enormes donde la solidaridad y la información rápida hacían fracasar la división entre las secciones y los institutos, donde el malestar ante la incertidumbre de las salidas hacía disponibles a los de letras (Sorbonne, Nanterre), donde la intervención de los imperativos económicos en las ramas técnicas hacía perceptible a todos el problema de la explotación capitalista.

La reforma Faure tiene por función de poner a cuenta de Mayo una reforma de conjunto de la que el plan Fouchet no era más que un primer esbozo adaptar la enseñanza al desarrollo de las fuerzas productivas manteniendo las relaciones de producción actuales, que se traducen por el monopolio del poder por la clase dominante. Se orientan así hacia la supresión de las distinciones inoperantes entre lo moderno y lo clásico, lo literario y lo científico, y hacia la creación de una nueva cultura de élite fundada ya no sobre la arcaica cultura general (latín, lenguas antiguas, etc.), sino sobre el conocimiento completo y asimilado del funcionamiento de la sociedad (proceso de producción). Distinta de esa nueva cultura, sigue existiendo una “cultura de masas donde la especialización por materias (inglés, química, geografía, etc.) deja lugar a la especialización por empleos (derecho público y privado, etc.). Esas son las grandes líneas de la reforma universitaria francesa. Demuestra los grandes esfuerzos de adaptación de la burguesía y al mismo tiempo los límites que le imponen sus contradicciones. No es más que una de las soluciones que la burguesía internacional estará obligada a intentar para resolver su problema universitario una solución de las más representativas sin embargo entre las tentativas de auto-reforma del sistema.

Así se encuentran definidas las condiciones objetivas de la movilización estudiantil, queda por analizar las vías y formas que toma la politización del medio estudiantil, desgarrado de contradicciones, y la manera en que da nacimiento a un movimiento.

3. la politizacion del medio estudiantil

a) Cohesión del medio estudiantil

A pesar de las tentativas del sindicalismo universitario por unificar el medio estudiantil (volveremos a ello), la ausencia de cohesión y de homogeneidad de ese medio ha sido señalada muy justamente por los sociólogos3. Sin embargo, aunque esa apreciación sigue siendo determinante para la comprensión de la politización estudiantil, ha sido sensiblemente corregida en estos últimos tiempos por diversos factores: el tiempo pasado como estudiante se ha alargado, la concentración de los complejos universitarios (campus) se ha operado en una proporción que sólo es sobrepasada por los grandes complejos industriales; la diversificación del reclutamiento, el futuro profesional crean lazos más fuertes que nunca entre los estudiantes y el resto de su generación en los liceos y fábricas. Esas condiciones facilitan la movilización de masas de los estudiantes. No explican cómo acceden a la lucha y a la conciencia política.

b) Politización del medio estudiantil

En lo referente a la politización del medio estudiantil, han existido siempre dos tentaciones. La primera, considerando que los estudiantes son en su mayoría de origen pequeño-burgués, califica de manera terminante al movimiento estudiantil como pequeño-burgués y le da la espalda. Eso es confundir fríamente análisis sociológico y análisis político. La segunda ve en la contradicción de la universidad el fundamento objetivo de la incorporación de los estudiantes al proletariado y hace del medio estudiantil en tanto que tal un aliado natural del proletariado. Sigue siendo esto un análisis formal.

Por lo mismo que el medio estudiantil está falto de cohesión social, es por lo que no tiene ninguna homogeneidad política. Si se dice que el proletariado representa los intereses históricos de la humanidad, entonces por supuesto como parte de la humanidad, los estudiantes tienen interés en la revolución proletaria. Pero si se habla con más precisión, no es cierto que los estudiantes en tanto que tales estén todos “objetivamente” del lado del proletariado. Sobre todo cuando el proletariado desprovisto de dirección revolucionaria vacila y patina.

No hay intereses homogéneos de los estudiantes a defender. En todas las facultades, en todos los países, el movimiento estudiantil está dividido, en proporciones variables, en derecha e izquierda. La clave de la politización estudiantil se encuentra fuera de la universidad, en el contexto político nacional e internacional. Hay siempre una parte de los estudiantes que reconocen en los argumentos del poder sus “intereses bien comprendidos”. En todos sus periodos álgidos, durante la guerra de Argelia, en Mayo 68, la UNEF ha actuado como un movimiento político de masas, y no sindical.

Que la politización del medio estudiantil no sea inmanente a su situación sino que la venga de fuera, encontrando solamente en él un terreno propicio y disponible, es lo que constataban ya Marc Kravetz y A. Grisset4: “No se puede comprender la realidad de la guerra de Argelia para el movimiento estudiantil sin referirse a la forma que revistió la lucha de clases a escala internacional y a la forma particular como se tradujo en Francia (…). Revuelta pequeño-burguesa, pero basada en la referencia explícita a un modelo de burguesía y de cultura nacionales escarnecidos por el imperialismo y que en el campo especifico donde opera, se transforma en conciencia revolucionaria para una amplia masa de estudiantes (…) Es primero como ciudadanos, en el sentido de 1789, que los estudiantes se rebelaron, y no como estudiantes desfavorecidos5.

Ya se manifiesta que la politización de los estudiantes no sigue el paso progresivo de una toma de conciencia que, partiendo de los intereses económicos de los estudiantes llega a los intereses históricos del proletariado, sino que tiene más bien la forma de una revolución y una ruptura revelación de la naturaleza real del imperialismo (guerra de Argelia) y ruptura dolorosa con la clase madrastra por parte de sus hijos que la niegan en nombre mismo de los valores que ella les había inculcado.

Confirmando y completando la constatación de Grisset y Kravetz, Asor Rosa6 escribió a propósito del movimiento estudiantil italiano “El punto de partida en Italia no es el rechazo de una situación social intolerable (es también eso ciertamente), pero ante todo es lo que se considera como los errores y las carencias del movimiento obrero oficial. Que el movimiento estudiantil italiano haya nacido del tronco del movimiento obrero oficial, es simultáneamente una toma de conciencia y un desprendimiento de éste. Se trata pues de un acto fundamentalmente político, desde su origen (…) El movimiento estudiantil ha sustituido a los partidos, no ha partido de cero, sino que ha reunido todas las experiencias políticas precedentes para presentarse inmediatamente como sección destacada del movimiento obrero italiano en el terreno universitario”. Veremos más adelante que ese movimiento como “sector destacado” plantea serios problemas más de los que resuelve. Sin embargo lo que aquí se afirma es no solamente que la politización del medio estudiantil no es universitaria y progresiva siño global, sino que además y sobre todo la relación fundamental del movimiento obrero con el movimiento estudiantil es una de las coordenadas necesarias al análisis.

Incapaz de cohesión social y de homogeneidad política, el medio estudiantil encuentra fuera de la universidad, en los protagonistas principales de la lucha de clases (burguesía y proletariado) los polos de su politización. La lucha de clases encuentra en el crisol de las contradicciones que representa el medio estudiantil, un terreno favorable y fecundo de donde resurge con vigor. Esas condiciones objetivas no son suficientes sin embargo para explicar el papel jugado por el movimiento estudiantil en la mayor parte de los países capitalistas avanzados en los años 60.

c) El eslabón débil

En los años 50, la socialdemocracia pasa cada vez más abiertamente del social-reformismo al social-imperialismo. Abandona completamente la lucha anti-imperialista aun bajo la forma desviada del pacifismo cuyo último fruto fue el movimiento anti-atomico (los hippies son objeto de otro análisis).

Paralelamente el movimiento estalinista, dedicado a la coexistencia pacífica, reduce cada vez más el internacionalismo a la caridad humanista, abandona el apoyo militante a las luchas de liberación que implican el riesgo de turbar el gran juego diplomático de la URSS.

Pero ese movimiento stalinista tiene que sufrir las primeras derrotas allí donde ha fallado abandonando el apoyo de la revolución colonial en el mismo momento en que Vietnam concentra todas las simpatías y aparece como la clave de la situación internacional, deja el campo libre a los diversos movimientos anti-imperialistas (CVN en Francia7, VSC en Inglaterra8, AWM en EEUU9). El movimiento estudiantil constituye la espina dorsal de esos movimientos en la misma medida en que escapa al control de las burocracias stalinistas y socialdemócratas. Como imagen del medio mismo, las burocracias en el medio estudiantil son inestables y transitorias. Pueden servir de iniciación a los aprendices de burócratas de los partidos comunistas o de la socialdemocracia, no tienen un poder real sobre el medio estudiantil. En consecuencia el movimiento estudiantil constituye la primera fuerza organizada, sacando de las contradicciones múltiples de la universidad una energía política inagotable, que escapa en el terreno del anti-imperialismo al control de las burocracias obreras. Constituye el eslabón débil de la cadena de integración política tendida por la burguesía de un lado, y la socialdemocracia y el stalinismo de otro. Y el apoyo, al Vietnam, el entusiasmo que inspira el Che que resucita el internacionalismo militante son la cuna política que da al movimiento estudiantil internacional numerosas similitudes y a menudo un lenguaje común. Es lo que señala Rudi Dutschke, confirmando el papel jugado por la revolución vietnamita, en el auge del movimiento estudiantil internacional: “En la mitad de los años 60, Vienam vivía en nuestros trabajos, en nuestras discusiones, nuestras sesiones de cine y nuestras manifestaciones” 10.

Ante la quiebra del internacionalismo oficial, en sentido único, del Kremlin, se reanudaba con el internacionalismo que se identificaba con los combatientes vietnamitas, Grisset y Kravetz ven en ese anti-imperialismo una de las coordenadas políticas del movimiento estudiantil: una seria sus relaciones con el movimiento obrero y otra sus relaciones con el movimiento y las luchas de liberación: “La UNEF aparece como un movimiento único en Europa. En los otros movimientos ha faltado uno de los términos de la ecuación. El movimiento italiano (UNURI) al que le ha faltado la experiencia de una burguesía en lucha con su forma imperialista, es sindicalmente poderoso pero con una menor politización. El movimiento inglés, privado de un partido obrero fuerte y revolucionario, no ha podido aportar respuestas políticas a los problemas planteados por el imperialismo británico y sigue siendo extraordinariamente corporativista y tradicionalista”. Únicamente en esa época el MUBEF11 (de manera efímera) apoyado en los dos polos de la emancipación del Congo y de las huelgas belgas del 61, y el Zengakuren (con mayor duración) evocan y confirman las características del movimiento francés. Pero con el papel mundial de la revolución vietnamita, cada movimiento estudiantil va a vivir la crisis del imperialismo (que sólo el movimiento francés – Argelia – y belga Congo habían conocido) y superar los retrasos (cf. los movimientos italianos, alemanes y en cierta medida ingleses).

Al mismo tiempo se descubre que las coordenadas, las variables de la ecuación del movimiento estudiantil no están allí donde las situaban Grisset y Kravetz el movimiento obrero (fuerza, combatividad, grado de organización) es por supuesto una de ellas, pero la otra no es la confrontación a la revolución colonial que es mas bien el carácter fundamental del período. Es esa segunda variable que habrá que descubrir.

Así son delimitadas las condiciones de movilización y de politización del medio estudiantil. Es importante, antes de analizar el movimiento estudiantil, señalar dos puntos. Por una parte, desde el principio es situado ante el dilema que expresa el “manifiesto por una universidad negativa” de los estudiantes italianos de Trento: “Ni sustituir, ni esperar”. Ni sustituir al movimiento obrero controlado por los burócratas, ni caer en el inmovilismo. Es a través ese dilema que el movimiento debe trazar su camino. Y el papel que juega entonces no puede ser apreciado mediante un juicio dogmático hecho en nombre de los origenes sociales de los estudiantes, etc.

Recordemos solamente que Lenin tenía otra idea de la caracterización de las fuerzas políticas: La división en clases es ciertamente la base más profunda del agrupamiento político; ciertamente, es siempre ella la que en fin de cuentas determina ese agrupamiento. Ese fin de cuentas, es la lucha política quien lo establece”.

II. Trayectoria del movimiento estudiantil francés: luchas estudiantiles, luchas obreras

1. Las grandes etapas del movimiento estudiantiles

a) La historia del movimiento estudiantil francés lleva la marca de ese dilema ni sustituir, ni esperar. Esa historia es ante todo la historia de sus relaciones con el movimiento obrero. Después de la guerra de Argelia, en período de calma relativa de las luchas obreras, el movimiento estudiantil francés, por el empuje de su movilización anti-imperialista se erige en mala conciencia del movimiento obrero. A la racionalidad bastarda de la burguesía intenta oponer su propia racionalidad programática. Cuenta con la eficacia del verbo y de la razón pura para desvelar las contradicciones del capitalismo y las vías del socialismo sin tener en cuenta una relación de fuerzas a la cual le falta la movilización obrera.

b) En periodo de ascenso de las luchas revolucionarias, marcado sobre todo por la huelga de Rhodiaceta en Besancon, las manifestaciones de Mans y Caen (premisas de la huelga general de Mayo), el movimiento estudiantil, animado por los grupos revolucionarios salidos de la Unión de Estudiantes Comunistas (UEC), redescubre la realidad del movimiento obrero y la posibilidad de unión con él. Se constituye en ese período en grupo de presión sobre el movimiento obrero a través de ligazones intersindicales sobre los problemas comunes de los trabajadores y estudiantes formación profesional, empleo y seguridad social. Durante esos años, el movimiento estudiantil que se desarrolla, se desliza en las estructuras pre-existentes del corporativismo estudiantil donde encuentra un marco de colaboración ideológica y una etiqueta vagamente sindical que legitima sus pretensiones frente al movimiento obrero.

c) El movimiento estudiantil no podía continuar eternamente en esa cuerda rígida, en la esfera del movimiento obrero bajo hegemonía staliniana. Debía o bien someterse reintegrándose al conjunto de las “fuerzas democráticas” o bien apoyarse en la disponibilidad del medio para tomar sólo la iniciativa de las luchas e intentar romper el status quo de la lucha de clases. En ese sentido, la gran huelga reivindicativa de noviembre de 1967 en Nanterre donde el movimiento estudiantil comprueba sus limitaciones y su impotencia en tanto que grupo de presión sindical, es significativa. Desde entonces las estructuras clásicas heredadas del corporativismo (UNEF, grupos de estudio) aparecen como un obstáculo con la aparición del 22 de Marzo, son los grupos de vanguardia quienes toman la iniciativa de fusionar las prácticas políticas dispersas del movimiento estudiantil en una corriente anti-capitalista, anti-imperialista, anti-burocrática. A partir de ese momento el movimiento estudiantil no evoluciona ya en el marco pasado que sufrió, es estructurado por los grupos de vanguardia en función de proyectos políticos que sobrepasan los limites del “punto de vista” estudiantil. Adquiere en esa mutación el medio de jugar el papel específico de vanguardia táctica, de detonador y acelerador de la lucha de clases, más por sus formas de lucha ejemplares que por su contenido programático.

d) Después de Mayo 68, las formas de lucha no bastan ya para que el movimiento estudiantil juegue en tanto que tal un papel de vanguardia para que sus acciones tengan un sentido a los ojos de los trabajadores, deben constituir elementos de estrategia alternativa a la del PCF por sus consignas y su contenido programático. El movimiento estudiantil por si mismo no puede jugar ese papel. No tiene para ello ni las capacidades políticas, ni los medios organizativos. En el plano político, las consignas no pueden ser elaboradas a partir del movimiento mismo, sino a partir de una comprensión global de la lucha de clases, de la movilización obrera, que solo puede ser hecho por una organización de vanguardia.

Esas son las grandes etapas de la movilización estudiantil en Francia desde el comienzo de los años 60. Todas manifiestan las características políticas del movimiento estudiantil. Merecen que nos detengamos en cada una de ellas.

2. La razon critica

Durante la guerra de Argelia, ante la inhibición del Partido Comunista Francés, el movimiento estudiantil se radicalizó fuera de su control y de su iniciativa. En la UNEF, por un lado, la indignación humanitaria, la negativa de los que gozan de prórroga militar a ir a Argelia suscita una diferenciación política entre minoritarios y mayoritarios en torno al problema de Argelia. Esa diferenciación conduce a la escisión y a la constitución de un sindicato de derechas (la FNEF12). Esa radicalización de la UNEF lleva a la presidencia no a militantes comunistas, sino a militantes católicos de izquierda, cuyos representantes típicos son los presidentes Gaudez, Mousel, Schreiner). Por otra parte en 1961, ante las tergiversaciones de la UNEF, se crea un Frente Universitario Antifascista animado por militantes de vanguardia, a veces miembros de la UEC, pero que actuan como franco-tiradores frente al Partido.

Al salir de la guerra de Argelia, el movimiento estudiantil desamparado sólo tiene gloriosos recuerdos para rumiar. Lanzado, habiendo roto con la clase burguesa que traiciona abiertamente la moral y los ideales que enseña, mantenido a distancia por un movimiento obrero desconfiado y paralitico bajo el dominio de un stalinismo apenas renegado, el movimiento estudiantil se ve reducido a la impotencia. No puede ni reintegrarse en las filas de la clase dominante, ni unirse a un partido obrero que lo rechaza deliberadamente13; incapaz de continuar la lucha por si mismo, el movimiento estudiantil se busca. Sin historia y sin proyecto, tiene necesidad de actuar en cada momento para probarse que existe el vals de las generaciones militantes abole su memoria, su situación social le prohíbe toda elaboración de conjunto y toda voluntad política duradera. No encontrando su lugar en la historia, no le queda más que refugiarse en las categorías que le ha legado la filosofía burguesa: “Completamente comprometida a una historia casi instantánea, la UNEF se ha ofrecido como la mala conciencia de la sociedad francesa” (Kravetz y Grisset). Añadamos que arrinconado entre una madre que reniega (la sociedad burguesa) y un padre que se niega a reconocerlo (el PCE), esa mala conciencia que es el movimiento estudiantil es también una conciencia desdichada.

Sin embargo el movimiento estudiantil no podía vivir siendo el testimonio vivo de los crímenes de la burguesía y de la incapacidad de las direcciones obreras. Le hacía falta además segregar su propia justificación histórica, dándose un papel y una tarea. Ya que el movimiento obrero no lo aceptaba en su seno, el movimiento estudiantil seria el movimiento obrero, o al menos uno de sus componentes. Y ya que el movimiento obrero marcaba el paso, el movimiento estudiantil seria su ala marchante.

Esa operación fue realizada por la innovación del “sindicalismo universitario”. Una hipótesis de partida: la relativa autonomía universitaria. Ya que la sociedad en su conjunto (la burguesía contra su gusto y el PCE deliberadamente) rechazaron el movimiento estudiantil, éste último iba a encerrarse en la relativa autonomía de la universidad con respecto a la sociedad para allí con todo sosiego aplicar su experiencia política en el cerrado campus de la universidad será posible realizar batallas, cualquiera que sea el contexto político, el movimiento estudiantil podrá sobrevivir, cualquiera que sean los “impasse” del intersindicalismo.

La línea llamada “universitaria”, elaborada en los congresos de la UNEF de Dijon (1963) y de Toulouse (1964) se proponía después del auge de la guerra de Argelia, fundar una permanencia reivindicativa de tipo sindical para la organización estudiantil. Al comienzo de la carrera los estudiantes están divididos por su origen social, y también por su situación profesional al final; el proyecto de la línea universitaria consistía en unificar el medio estudiantil encontrarle intereses comunes dando motivó a una organización sindical. El factor de unidad de ese medio no podía ser más que el sino común a todos los estudiantes: la práctica universitaria. Se trataba de desarrollar una pedagogía sindical que se apoye en los problemas comunes a todos los estudiantes para elevar su nivel de conciencia métodos pedagógicos, contenido de la enseñanza, estructuras desfasadas eran los temas claves de esa gestión. Partiendo del hecho innegable que el medio estudiantil no es la simple yuxtaposición de hijos de burgueses, de pequeño-burgueses y de obreros, esa línea intentaba unificarlo en objetivos de los que el más significativo era “el subsidio de estudios para todos en base a criterios universitarios” 14.

Pero si es verdad que no hay división de clases hereditaria en el medio estudiantil y que toda tentativa para definir ese medio por el origen social o por la vocación profesional amputa toda su realidad social, toda tentativa para definir una, pedagogía sindical ligada a los intereses específicos de los estudiantes fue un fracasó. De hecho la crítica al contenido y método de enseñanza no puede ser realizada más que en nombre de algo, en nombre del marxismo, y el marxismo no es la ideología espontánea de los estudiantes. La crítica a la universidad “liberal-tecnocrática” sólo puede ser una crítica política y los promotores más clarividentes de la línea universitaria lo sabían desde el comienzo.

Prácticamente la línea universitaria, aunque impotente, fue fecunda por diversas razones. Confirma el paso de la UNEF de asociación corporativa de defensa y de gestión, a un movimiento político estudiantil, aun con vocabulario sindical. Elabora varios temas de los cuales se nutre todavía el movimiento francés y europeo. Pero no se puede comprender más que a la luz del proyecto político implícito que la sustenta desarrollar un proyecto racional de alternativa a la racionalidad bastarda de la burguesía. Se trataba de buscar una racionalidad racional ideológicamente convincente, fuera de toda práctica política real. Esa política en la que los proyectos y las consignas tienen la única virtud del verbo implica una dinámica reformista que excluye la crisis revolucionaria y el enfrentamiento con el estado, o al menos no los prepara. Se trata de hacer emerger la realidad socialista en las fallas de la sociedad burguesa, y la universidad es un punto privilegiado. La asimilación por los estudiantes de la línea universitaria, escribía Kravetz en 1964, debe encontrar una “expresión positiva”: y esa expresión no puede ser, por el hecho mismo de esa organización de base más que la apertura hacia otra forma de trabajo universitario. Los GTU, grupos de trabajo universitario, tendrían que ser el lugar donde se esbozaba esa positividad estudiantil15.

El debate en el movimiento estudiantil llevaba entonces sobre el carácter revolucionario en su seno, integrable o no, de las reformas de estructura. Unos veían en ellas reivindicaciones realizables, acusando de globalismo y de maximalismo a los otros que no veían en ellas más que temas de propaganda cuya puesta en práctica hubiera sido el primer paso en la vía de la integración ideológica. Esa metafísica de las consignas no hacia más que disimular el hecho de que el aislamiento de las luchas universitarias y la ausencia de estrategia de conjunto reducían las luchas estudiantiles a luchas sectoriales y reformistas de hecho. La necesidad de politización era vital al movimiento y representaba el único antídoto a una degeneración reformista en ausencia de luchas obreras16. Basta recordar la interpretación que dan Grisset y Kravetz del aislamiento de la FGEL17 en el congreso de Toulouse en 1964 para medir la realidad del problema. La FGEL, bastión de la izquierda sindical, había impulsado una acción política contra la visita a la Sorbona del Presidente de la República italiana Segni. La acción impulsada de forma errónea fue un fracaso y el congreso de Toulouse fue el proceso a los “aventureros del 21 de Febrero”. Pero el aislamiento de la FGEL, subrayan Grisset y Kravetz, fue también el de una asociación “a la cual se le reprocha de politizar demasiado la línea universitaria; es contra ella que se elabora el mito de la gestión sindical, vía real por la que ninguna mediación política seria’ necesaria para aprehender la inserción de los problemas universitarios en un contexto más global”18.

En realidad lo que manifestaba la línea universitaria no era el sindicalismo sino el “reformismo revolucionario” que estaba en boga en esa época y del que era una manifestación específica. La forma en que es privilegiado el descubrimiento racional de las contradicciones capitalistas es concomitante con las tesis de Gorz en Francia y de diversos teóricos italianos: las premisas objetivas de la revuelta de las masas han desaparecido. La intolerabilidad del sistema capitalista no es ya absoluta sino relativa, las masas ya no tienen sólo sus cadenas a perder sino también sus conquistas. La hipótesis de la insurrección está descartada. Es necesario convencer, como única salida, a las masas de las ventajas del socialismo sobre el capitalismo lleno de contradicciones. La revolución no es ya una necesidad basada en condiciones objetivas, sino un efecto del espíritu decidido de la razón, frente a la irracionalidad y la contradicción. Curiosa concepción materialista como lo señalaba ya Rosa Luxemburgo de Bernstein. La perspectiva de la crisis revolucionaria es abolida. De hecho la línea universitaria en el espíritu de sus iniciadores dejaba de lado el problema de la construcción del partido revolucionario cuidadosamente silenciado. En lugar de concebir la construcción del partido como una lucha política contra el dominio del PCF, prefieren pensar que la incapacidad de éste deja a su izquierda un vacio que se podría ocupar rápidamente.

Haciéndose patente el fracaso de línea universitaria, vendo la UNEF de crisis en fracasos, y de querellas intestinas a rupturas, lo que había sido el interés y la riqueza de orientación de Dijon se esfumaba poco a poco para no dejar subsistir más que un esqueleto de línea donde se confrontaban las ideas puras.

Es cierto que los que propugnaban la línea universitaria habían abierto camino a esas divagaciones filosóficas. Jean Louis Peninou, uno de ellos, escribía en el número 6 de los “Cahiers de la FGEL”: “El problema a dilucidar es el de saber si entre estudiantes y profesores hay una, división técnica del trabajo o también una división social”. Lo que sólo era uno de los problemas se transformó para los sabios sindicalistas de la calle de Ulm en el gran tema. Armado de su escalpelo teórico, sentían la vocación de recortar la sociedad de acuerdo a la razón. El error del capitalismo era el de no haber colocado bien las junturas y las articulaciones, había que poner todo eso en orden, todo en su lugar para arreglar la sociedad. Distinguir en cada profesión, cada empleo, lo que es resultado de la división técnica del trabajo de lo que proviene de la división social, separar lo que contribuye al desarrollo de las fuerzas productivas de lo que asegura el mantenimiento de las relaciones de producción, separar el buen grano de la cizaña en el gran complejo social, en era noble tarea y nadie mejor que los pensadores profesionales para hacerlo.

Los aprendices marxistas, ocupados en justificar la revolución por su conformidad con la razón más que por la lucha de clases19, habían olvidado que para Marx no se maneja un concepto como si fuera una maza: la división técnica y la división social del trabajo son dos conceptos que permiten analizar una formación social. Pero en una sociedad capitalista bajo la guardia constante de un Estado burgués, tratar de imaginar a cada uno en su lugar exacto dentro del proceso de producción, despojar mentalmente a las relaciones de producción de su aspecto represivo; puede ser un divertido juego de paciencia pero no ciertamente un análisis político. En tanto que la revolución no haya barrido el Estado burgués y entregado el poder al proletariado, se puede siempre estudiar el problema de la división del trabajo, pero ello no cambia el marco, el modo de producción capitalista, que constituye el limite absoluto de esas variaciones.

Es verdad que ante la capitulación de las direcciones obreras, para escapar al inmovilismo, esos puros productos del movimiento estudiantil reconciliaban a Gorz y Althusser para ver en su retraso teórico e ideológico la gran causa de las dificultades del movimiento obrero. Es cierto que un mal de tal magnitud les proporcionaba la parte provechosa: ¿el movimiento estudiantil después de Argelia no sabía donde dedicar sus energías? iYa habían encontrado su papel! Admirable atleta teorico iba a poner en marcha la historia colmando en un gran esfuerzo de compilación, el retraso ideológico del movimiento obrero a quien todos invocaban por no comprender lo que fue el satalinismo y para esconder mejor su propia incapacidad.

Podemos pues considerar que en ese período el movimiento se esfuerza ante todo en teorizar la ausencia de luchas obreras y en encontrar un medio para no quedar atado a los faldones del movimiento obrero estancado. Incapaz política y organizativamente de ir sólo adelante y afrontar el Estado gaullista, busca en sus propias fuentes el medio de superar la contradicción dolorosa. Grupo de intelectuales aislados, separados de todo partido, se vuelven hacia lo que les ha legado la burguesía – razón convertida en fetiche – para implorar la salvación. La invocación teórica habría degenerado en postración mística si el movimiento obrero no la hubiera interrumpido.

3. Grupo de presion o fuerza suplementaria

En los años 1965-1966 en Francia se anuncia un ascenso de las luchas obreras que será confirmado ulteriormente por la larga huelga de Rhodiaceta. Por otro lado, en el seno del movimiento estudiantil, en reacción contra su impotencia se han desarrollado grupos de vanguardia JCR, CLER20, prochinos que se plantan el problema de la construcción de un partido revolucionario y de su estrategia nacional e internacional. Mientras que desde hacia varios años, ante la apatía del movimiento obrero florecían las tesis sobre la desaparición del proletariado, sobre las “nuevas vías” a poder, etc., los grupos de vanguardia ven en el ascenso de las lucha obreras la justificación de su fidelidad al marxismo al mismo tiempo que entreveían la esperanza de sacar al movimiento estudiantil del “impasse” incorporándolo al movimiento obrero en lucha.

El quid es que el movimiento obrero en cuestión no es una abstracción salvadora sino una realidad bien concreta dirigida por los revisionistas según unos, por los stalinistas según otros y los revisionistas o los stalinistas no aceptan como interlocutor al movimiento estudiantil turbulento animado por los “grupúsculos izquierdistas”. La gran preocupación de dichos grupúsculos, es entonces la de dar un rodeo o amenazar el dominio de los burócratas sobre, el movimiento obrero usando para ello los recursos del movimiento estudiantil. En esa vía se manifiestan dos concepciones.

a) El intersindicalismo

Desde hacia tiempo el movimiento estudiantil sentía confusamente (entre los elementos de vanguardia) que no encontraría reales soluciones más que al lado del proletariado. Pero frustrado de esa ligazón por la hostilidad de las direcciones tradicionales, se consolaba erigiéndose él mismo como componente del movimiento obrero. Todo el sindicalismo estudiantil en Francia está marcado por un mimetismo a la vez admirable y ridículo con respecto al sindicalismo obrero. En el momento de la manifestación del 29 de noviembre de 1963 que marca, el apogeo de las luchas reivindicativas estudiantiles, las pancartas decían: “la universidad que queremos es la de todos los trabajadores”, muestra de la atracción que ejerce el movimiento obrero sobre el movimiento estudiantil. En ese período incluso las consignas de los estudiantes son frecuentemente una adaptación torpe de las reivindicaciones obreras ¡control estudiantil, comités mixtos, etc., “reconocimiento de la sección sindical de la facultad”!

Tomando en serio la imagen que el movimiento estudiantil se había forjado de si mismo, un grupo de vanguardia, la FER 21 perpetúa esa concepción del sindicalismo del movimiento estudiantil. En el periodo de ascenso de las luchas obreras, considera que hay que poner antes que nada la unión entre el sindicato estudiantil y los sindicatos obreros: formación profesional y seguridad social. Sobre esos temas, se teta entonces de iniciativas unitarias, de hacer presión sobre las direcciones obreras para que vayan más lejos y endurezcan sus consignas. Y en caso de negarse… en caso de negativa, su felonía seria denunciada y probada ante las masas.

En esa táctica el movimiento estudiantil servía de masa de presión sobre las diecclones obreras. No dejaba por ello de ser tributario de sus iniciativas y de su tolerancia. Esto llevaba a malgastar las energías del movimiento estudiantil latentes, en interminables hostigamientos unitario-burocráticos (la FER haciendo presión sobre la dirección PSU de la UNEF para que haga presión…) en lugar de hacerle jugar los perros sabios en los cortejos obreros el día que los burócratas se lo permitían para hacer aparecer a los jóvenes intelectuales entre las “fuerzas democráticas”. Ello permitía de hecho en la imposible búsqueda de un intersindicalisrno en el que el movimiento estudiantil no tenia ningún peso, a abdicar ante los burócratas sin emplear a buen fin la combatividad estudiantil.

b) Servir al pueblo

La otra actitud, la de los pro-chinos, consistía en abolir a los burócratas si como a los estudiantes para no dejar en la palestra más que al proletariado, espontáneamente y admirablemente enfrentado al Capital. ¡Mal haya de los burócratasl Bastaba ir a las fábricas y a las colas de los parados para oír claramente la conciencia de clase liberada de los susurros y de los chismes de sus portavoces oficiales. Esa “espontaneidad revolucionaria” no tenia más que un obstáculo, su aislamiento, su falta de tiempo y de medios. Los estudiantes no sabían qué hacer de su rebelión.

Pues bien, tenían que servir de fuerza de apoyo de los trabajadores, ponerse a su servicio y “popularizar” sus luchas, fielmente y sin añadir nada propio. Encontrarían en ello la ocasión de olvidarse en tanto que estudiantes y escapar al dilema del movimiento estudiantil escamoteándolo en tanto que movimiento.

El problema no era tan sencillo. Por una parte esos camaradas caían en el populismo y el economícismo posternándose ante las recriminaciones individuales de los trabajadores, atomizados, en lugar de dar un contenido de clase y una perspectiva política a esas reivindicaciones. Por otra parte, fuera de ellos, y a pesar de ellos, el movimiento estudiantil continuaba luchando penosamente por trazar una vía hacia una unión real, una unión de lucha, con el movimiento obrero (y no una unión burocrática con los aparatos o metafísica y caritativa con individuos).

c) El impasse reivindicativo

Desde hacia tiempo sabíamos o constatábamos que el sindicalismo estudiantil no era más que una cobertura para el movimiento estudiantil cogido en la trampa de su aislamiento. Incluso sus promotores constataban el fracaso desde 1965 “No parece ya como en 1960-1962 que la reivindicación estudiantil pueda ser traducida en acción sindical, ni que el medio conserve una vocación de ser sindicalizado. El impasse está ahí”22. Sin embargo hasta noviembre de 1967 en Nanterre el movimiento estudiantil no iba a tocar a fondo ese problema. Durante más de una semana la facultad de 10 000 estudiantes, era paralizada por una huelga con ocupación de la facultad, emanando de la base y fundamentalmente por las condiciones de estudio. El Comité de Huelga, agrupando a sindicalizados y no sindicalizados, se paseaba constantemente del decano a los profesores, del decano al rector, del rector al ministro, cada uno alegando su incompetencia, para alinearse detrás de la autoridad superior. Los profesores deseaban negociar y dialogar, pero hubiese sido necesario tener algo que negociar. El ministerio explicaba que las reivindicaciones estudiantiles no podían perturbar el difícil equilibrio de las previsiones gubernamentales sometidas a los cambios en el Mercado Común.

El impasse reivindicativo era total y dos lecciones se imponían por una parte, aun para obtener satisfacciones materiales inmediatas, habría sido preciso pasar por la lucha política con el poder estatal por otra parte y en consecuencia, la fuerza del movimiento estudiantil no bastaba para eilo, era necesario a toda costa encontrar la unión con el movimiento obrero., Ahora bien, concretamente no podíamos esperar a ver, a corto plazo, a dirigentes más comprensivos tomar la cabeza de los sindicatos y del PCF. Al contrario, los burócratas estalinistas entendían a su manera realizar esa unión: llevando a la UEC a la cabeza de la UNEF, aunque fuese pagando las deudas.

Una vez más se planteaba el problema del movimiento estudiantil: ni sustituir, ni esperar. Esta vez, sin embargo, tomaba el carácter de un ultimátum: o someterse o irse a pique. O reintegrarse con la cabeza baja, bajo el control de los burócratas, al surco de las fuerzas democráticas. O dilapidar poco a poco, al acecho de nuevos cambios en el seno del movimiento obrero, la energía de que hacían muestra los estudiantes. Quedaba la tercera vía: correr el riesgo de aislarse lanzándose sólo a la batalla. Entregado a si mismo el movimiento habría quizás dudado, vertebrado por los grupos de vanguardia (esencialmente anarquistas y JCR en esa ocasión) se ha arriesgado.

4. El detonador

La historia de ese riesgo es la del nacimiento del 22 de marzo, después se sumerge en la huelga general de mayo 68. Se ha escrito mucho sobre ello salvo para señalar un hecho importante para la continuación del movimiento estudiantil. Se ha designado el papel del movimiento estudiantil en mayo 68 como el de un detonador, de un acelerador de la lucha de clases. Es preciso recordar una vez más cómo ha podido jugar ese papel de detonador. Esencialmente por sus formas de lucha.

El movimiento obrero contenido por los burócratas manifestaba en cada ocasión su combatividad (huelgas, desfiles). El movimiento estudiantil no podía aportarle respuestas estratégicas, marcos organizativos. No le podía dar más que una cosa: el ejemplo.

El prestigio de la revolución vietnamita, la disponibilidad de la juventud, la ideología propia al movimiento estudiantil y sobre la que nos referiremos, lo hacían apto para la acción radical, generosa y violenta. El Zengakuren y el SDS habían señalado el camino; las reuniones internacionales y sobre todo la manifestación de Berlín del 17 y 18 de febrero del 68 habían propagado esas formas de lucha.

Es reanudando con la violencia revolucionaria a través del movimiento estudiantil como los grupos de vanguardia se han emancipado prácticamente de la tutela política de las formaciones tradicionales (partidos stalinistas o socialdemócratas). Hasta entonces comprendían y denunciaban las traiciones de esos partidos pero seguían fascinados y paralizados por su fuerza, su implantación obrera. Tenían un complejo que vencer, la acción directa se lo permitió al mismo tiempo que les abría el oído del proletariado. Allí donde las denuncias pacientes habían fracasado, la lucha triunfó. Los trabajadores querían combatir, sus dirigentes les decían que era imposible. Los estudiantes con las barricadas demostraron lo contrario y ganaron la estimación de la clase obrera.

El espejismo de la unión estudiantes-obreros se había hecho realidad en las calles de mayo, en los comités de acción, en los anfiteatros.

5. Actualmente

Los ingenuos y los optimistas creyeron que el hielo estaba definitivamente roto, que la fraternización era definitiva. Ciertamente algo se había definitivamente modificado: era la relación de fuerzas entre las organizaciones de vanguardia y la burocracia estalinista. Pero la gran conmoción de Mayo, las puertas abiertas, la unión, los CA formaban parte de la crisis revolucionaria, debían diluirse o decaer con su cicatrización.

Algunos entonces querrían reconstruir eso, rehacer mayo para perpetuar esa unión. Pero mientras tanto otras cosas han cambiado los trabajadores después de Grenelle han sufrido un semifracaso confirmado por las presidenciales y la devaluación.

Para luchar, no solamente necesitan el ejemplo del valor estudiantil en las barricadas, necesitan perspectivas estratégicas para no correr el riesgo de una lucha sin salida, y necesitan consignas, necesitan comprender la naturaleza y la política del PCF, el papel de los sindicatos. La alternativa a las direcciones obreras no es hoy solamente la de la acción; es también programática. Y el movimiento estudiantil por si mismo no puede darla.

Es incapaz de elevarse a una visión global de la lucha de clases. Hasta ahora el despertar de la conciencia estudiantil ha conocido una progresión casi lineal: a través de los tanteos y de las pausas, el movimiento estudiantil ha volado de éxito en éxito hasta la consagración de mayo 68.

Hoy, en el cruce de los caminos, ha de borrarse detrás de las organizaciones de vanguardia. Al lado del problema de la unión entré el movimiento estudiantil y obrero que sigue siendo una necesidad estratégica aparece el problema de la fusión orgánica, organizativa entre estudiantes y obreros de vanguardia. Limitados durante años al papel de apoyo a los partidos estalinianos y de alabanza a sus dirigentes, rehabilitados a través de mayo los intelectuales pueden nuevamente aportar su contribución al comunismo. Como en los comienzos de la social-democracia revolucionaria la fusión de un nuevo movimiento obrero balbuceante y de los intelectuales revolucionarios está al orden del día, la síntesis revolucionaria del Partido en el horizonte.

III. Movimiento estudiantil y organización revolucionaria

1. Naturaleza, funcion y limites del movimiento estudiantil

En mayo 68 en Francia, en septiembre 68 en México, en la primavera deI 69 en Pakistan, para no hablar más que de los ejemplos más importantes, el movimiento estudiantil ha jugado un papel vanguardista. Se ha encontrado en primera linea en los enfrentamientos, en el origen de los movimientos de masas y ha tenido a menudo la iniciativa política.

¿Paradoja? ¿novedad que coloca al proletariado en un segundo plano de la lucha de clases y exige una revisión urgente del marxismo? No es preciso ir tan lejos. Ciertamente la evolución del medio estudiantil ha dado al fenómeno una amplitud inigualable. Sin embargo, la analogía con las experiencias pasadas sigue siendo enorme.

Para desarrollar una explicación general, podemos decir que el papel vanguardista jugado en determinadas circunstancias por el movimiento estudiantil se inscribe en la dialectica del “ya no” y del “todavía no” tal como Trotsky la sistematiza en Balance y Perspectivas. Es Marx (El 18 Brumario) y Engels (Revolución y contrarrevolución en Alemania) los primeros que han demostrado cómo en los años 1848-1850, la burguesía no era ya políticamente capaz de realizar su revolución mientras que el proletariado no se encontraba todavía en posición de tomar el relevo. Trotsky sistematiza esa dialéctica que desvela e instaura un vacío, un desgarramiento en los cuales vienen a alojarse las formas terciarias de dominación política y es de ese vacío de donde hay que partir para comprender la aparición y el papel de las variedades de bonapartismo. En efecto ese desgarramiento confirma el final del ascenso de la burguesía llevada por el impulso revolucionario del jacobisnismo, inaugura al mismo tiempo la aparición de todas las formas de perpetuación del orden burgués, de supervivencia de la dominación política de la clase decadente23.

Es evidente que los estudiantes, por su posición social particular, y por las relaciones particulares que mantienen con la ideología dominante están muy inclinados a ocultarse en ese género de fisura para intentar llenarla. Trotsky evoca el papel de los estudiantes austriacos en la revolución de 1848 de una forma que recuerda muy precisamente el papel de los estudiantes franceses el proletariado vienes demostró en 1848 un heroísmo sorprendente y una energía inagotable. Sin descanso entró en acción, movido simplemente por un vago instinto de clase sin representación general de los objetivos de combate. Iba de una solución a otra. La dirección de la lucha recayó de forma inesperada en los estudiantes el único grupo democrático activo que gracias a su actividad tuvo una gran influencia sobre las masas, y en consecuencia igualmente sobre los acontecimientos. Los estudiantes podían combatir sin ninguna duda valientemente en las barricadas y para su honor fraternizar con los trabajadores, pero eran totalmente incapaces de señalar la dirección para la continuación de la revolución.

Así mismo Mao-tse-tung, rindiendo homenaje al movimiento del 4 de mayo de 1919, observa la aparición desde esa época del proletariado como fuerza social naciente, “pero fueron centenares de millares de estudiantes quienes marcharon heroicamente a la vanguardia del movimiento del 4 de Mayo”. Y todavía más “¿cuál ha sido el papel de la juventud china desde el 4 de Mayo?”. El de una vanguardia en cierto sentido: cada uno lo reconoce en el país: pero ¿qué se entiende por jugar el papel de vanguardia? es ponerse a la cabeza, es marchar en las primeras filas de la revolución”24.

¡Sin embargo, el desnivel indicado por Marx, Engels y Trotsky se sitúa entre la incapacidad política de la burguesía, y la insuficiente maduración objetiva del proletariado! Lo que era verdad en 1850 en Europa, en 1905 en Rusia, en 1919 en China, no tendría que serlo ya en Francia en 1968 después de que el proletariado ha probado varias veces su madurez objetiva. En adelante la separación ya no se sitúa entre la decadencia burguesa y la debilidad objetiva del proletariado, sino entre la decadencia de la burguesía y la deficiencia del factor subjetivo, el fracaso de las direcciones revolucionarias del proletariado. Es por ello totalmente paradójico permite la instauración de regímenes tales como el fascismo, forma inédita de la dominación burguesa donde, el enrolamiento ideológico previo de una parte del proletariado y de las capas desclasadas juega un papel decisivo, y de los regímenes fantoches. Permite también al movimiento estudiantil, contra toda espera, reocupar coyunturalmente la escena política (en Francia, en Alemania, en México) y con un vigor tal de el mismo ha conocido una mutación orgánica.

Enraizados en la contradicción de la universidad los estudiantes masivamente están disponibles y movilizables. Ante la dimisión de las direcciones obreras, eso les permite jugar un papel de vanguardia en determinadas coyuntura precisas. Sin embargo, los estudiantes no pueden responder por sí mismos a los problemas que afrontan son incapaces de una linea independiente del movimiento obrero.

La contradicción de la universidad no se resuelve dentro de la universidad, si no por la supresión de la contradicción fundamental del capitalismo entre desarrollo de las fuerzas productivas y el mantenimiento de las relaciones de producción de la cual se desprende. El problema de la enseñanza y de la formación no se resuelve más que con el problema del empleo en general. La contradicción que sufre el movimiento estudiantil no puede pues encontrar solución más que en su lucha al lado del movimiento obrero. Todavía hace falta que haya lucha y acuerdo sobre los objetivos de la lucha esto que no es el caso en lo inmediato, sabiendo lo que son las direcciones obreras y los esfuerzos que hacen para escamotear la lucha de clases.

Es por esto porque, habiendo jugado un papel de vanguardia en Mayo, el movimiento estudiantil se agita, se encabrita, recae, se vuelve sobre sí mismo, se muerde la bola sin encontrar una salida. El riesgo de aislamiento que ha corrido con éxito en Mayo 68 tomando la iniciativa de la lucha, no lo puede correr permanentemente. Es una contradicción real entre la naturaleza de masas del movimiento estudiantil, su naturaleza social, su incapacidad para elevarse por encima de un puntó de vista político pequeño burgués, y el papel de vanguardia que pueda ser llamado a jugar en unas condiciones determinadas. No puede jugar permanentemente ese papel; se descoyuntaría entre su naturaleza y su función coyuntural. Sería preciso explicar a los estudiantes que para avanzar en su lucha. Han de encontrar la unión con los obreros, han de tornar la iniciativa de la lucha contra el Estado burgués para cambiar la situación. Eso supone pedir a un movimiento sin autonomía política ni independencia programática tener en su masa la comprensión de militantes de vanguardia, determinarse no ya en función de las motivaciones y de los problemas que lo alientan, sino en función de los intereses de clase del proletariado, de la lucha de clases en su conjunto.

Los estudiantes ante ese problema reaccionan a través de dos tentaciones: el reformismo y el revolucionarismo. Algunos, aunque convencidos de la necesidad de la revolución se niegan a arriesgar sus estudios y su futuro en un quehacer aleatorio destinado a despertar al proletariado. Lamentan la defección de las direcciones obreras. Pero, siendo las cosas como son, prefieren dedicarse a tareas realistas de mejora del sistema universitario dialogando con las autoridades. Es menos glorioso que las barricadas, piensan los más avanzados, pero en lo inmediato más eficaz: ¡más vale pájaro en mano que ciento volando!

De hecho podemos distinguir la vanguardia táctica, la que en un momento dado ocupa de hecho los puestos avanzados de la lucha revolucionaria, de la vanguardia estratégica, la que abarca el conjunto de la lucha de clases y trabaja por la revolución en una lucha prolongada; la segunda solo puede apoyarse en la fuerza motriz de la revolución: el proletariado. Puede suceder que en razón del fracaso o de la debilidad de la vanguardia estratégica, una vanguardia de sustitución, una vanguardia táctica, tome momentáneamente su lugar. Pero esa disociación no puede eternizarse. El movimiento estudiantil no puede repetir sin cesar su papel de Mayo sin arriesgarse a estallar; su base social se lo prohíbe. Sólo puede jugarlo en una perspectiva de unión a corto plazo con la clase obrera en lucha.

Si no, cae en la fantasmagoria revolucionarista, trata de erigirse en vanguardia, negando de forma mágica el dominio de las direcciones burocráticas sobre el proletariado. Sin embargo no puede inventar lo que no tienen, no puede dotarse de una visión estratégica de la que está fundamentalmente desprovisto, sólo puede absorverse en la repetición de acciones aisladas, valiendo por su forma más que por su contenido. Vanguardia táctica, no puede ver más allá del resultado inmediato. V. Rieser observaba justamente en la “Revue lnternationale du socialisme”, a propósito del movimiento estudiantil italiano: “Los medios de lucha y los contenidos politicos son a menudo tomados el uno por el otro: por ejemplo se indicará que una pelea es un objetivo más avanzado mientras que solo constituye una forma de lucha25. Esa confusión manifiesta los vanos esfuerzos del movimiento estudiantil para jugar el papel de vanguardia estratégica.

Esa contradicción del movimiento estudiantil es real y objetiva. Ninguna solución mágica, ninguna huida adelante puede resolverla. La única solución reside en la construcción de una organización revolucionaria, en su implantación en el medio obrero, en su capacidad de asumir la dirección estratégica de la lucha. Sin embargo, ésa es una tarea de largo alcance y durante su realización no podemos desviarnos con desdeño del movimiento estudiantil abandonandolo a su febrilidad. Por up lado porque el movimiento estudiantil sigue siendo una fuente de militantes revolucionarios necesarios para efectuar el trabajo de implantación en las fábricas. Por otro. lado, y sobre todo porque el movimiento en tanto que tal, por su carácter de masas, por su dinamismo, contribuye a modificar la relación de fuerzas entre las fuerzas revolucionarias diseminadas y el Estado burgués por un lado, entre la vanguardia todavía débil y los burócratas obreros por otro.

Durante ese periodo la vanguardia en el seno del movimiento estudiantil se haya confrontada a un dilema que es el resultado de la contradicción propia del movimiento estudiantil ¿Cómo guardar en el movimiento estudiantil su carácter de masas y su papel revolucionario? Queriendo hacer jugar al movimiento estudiantil un papel de vanguardia ¿no nos arriesgamos a hacerle perder su carácter de masas y en consecuencia a ver deteriorarse la relación de fuerzas? Queriendo conservar una audiencia de masas ¿no nos arriesgamos a ceder a las presiones reformistas?

Ante ese dilema, ninguna “estrategia estudiantil” puede superarlo. Solo iniciativas políticas tácticas que subordinen la acción del movimiento estudiantil a la situación de conjunto de la lucha de clases permiten navegar sin riesgo entre esos escollos. Esa navegación no es sin embargo tranquila, ha de efectuarse a menudo hacia y ‘contra la presión de las ideologías espontáneas, del movimiento estudiantil.

2. Las ideologias del movimiento estudiantil

a) las Primeras escapadas

Ante las dificultades encontradas, el movimiento estudiantil ha coleccionado, y continúa, las escapadas ideológicas. Durante un periodo, obsesionado por su propia impotencia política, se ha refugiado en la introspección y la caza de complejos colectivos. Fue la gran boga de la dinámica de grupo, de las reuniones, no directivas, de las asambleas mudas buscando a través del más pequeño aliento o de la menor observación el surgimiento de una conciencia estudiantil venida del más allá. No se hacia mover las mesas pero casi: los militantes al acecho de las profundidades del movimiento esperaban leer en él un da las razones de sus dificultades.

Ese movimiento de repliegue en sí mismo del movimiento estudiantil debía tener muy pronto su simétrico: el repliegue de si mismo, la tentativa de suprimirse en tanto que movimiento estudiantil. En la confluencia de esa necesidad y del eco internacional del maoísmo, por librito rojo interpuesto, brota el populismo más obtuso. El movimiento estudiantil abandonado a su crisis de conciencia, a sus delirios pequeño-burgueses, necesitaba ir a buscar en las masas las ideas justas y una especie de purificación moral. Después de tantos años de empollar en una torre de marfil, y de anonadamientos filosóficos, ir a ponerse a la escucha de la práctica, de la balbuceante conciencia de clase, haciendo encuestas entre los trabajadores, parecía una actividad regeneradora de la cual la UJCML26 se hizo la campeona. En lugar de afrontar los problemas de la intervención política en el medio estudiantil; era entonces consolador poder abdicar toda responsabilidad dejándose inclinar al servicio de las masas. Ese estado de espíritu se encuentra todavía hoy en el folleto editado por el CA de Saint Cloud (Saint Cloud es para el que lo ignore una Escuela Normal Superior)27. La ruptura entre la teoría y la práctica es reconocida ahí como la madre de todos los males. De donde resulta un bello trozo de bravura maniqueista y muy poco de dialéctica. Llenas de teoría como ocas pensantes de la burguesía, los estudiantes sólo aspiran a tomar un baño de practica regenerador. Sea, añadamos además que esa confrontación esquemática entre teoría práctica permite disculparlos, habiendo sido incapaces de usar de su saber teórico para aplicar una política justa, más vale decirse de manera insistente que las “ideas justas vienen de las masas” en lugar de reconocer que uno es un cretino político y sin muchas ideas.

Por otro lado el asunto merece que se discuta “que las ideas justas vienen de las masas”, la formulación es un poco al uso de todos, grosso modo podríamos inocentemente aceptarla. En fin, eso se discute. Todo depende de la práctica política que se va poner detrás. Cuando esa práctica consiste a ir a entrevistar al proletario individual (suponiendo por supuesto, como buen aprendiz de sociólogo, que es una encuesta representativa de las masas) para ver lo que piensa la clase, y no hay acuerdo. Oiremos, como mucho, lo que piensa fulano, proletario, sometido a la dominación de la ideología burguesa, al martilleo de la televisión, alas canciones de Sheila, a las lecciones de moral de la escuela primaria preocupado entre otras cosas por sus relaciones sexuales y sus dolores de estómago. Proporcionara seguramente informaciones interesantes pero de ahí a tomar su charla por dinero cotante y su palabra por juicio último…

Esa discusion la hemos tenido con camaradas pro-chinos desde el comienzo de las luchas de Mayo 68. No hay gran cosa entonces a añadir a la polémica28. Solamente que en aquella época hemos olvidado que el populismo tiene por semejante al terrorismo. Después de haber tenido demasiada confianza en la espontaneidad de las masas y de haber sido decepcionado por ella, se intenta despertarla y estimularla con algunas incursiones terroristas bien aplicadas. Lo que no impide al mismo tiempo una visión populista así al no poder organizar una manifestación se convoca a las masas a la estación del Est o a Belleville29 esperando que se las arreglaran allá ellas solas. Balance: 700 detenidos cada vez, lo que desmoviliza a los participantes y desacredita a los organizadores.

En todos los casos aludidos, un mismo error: la fetichización de las masas. Repitiendo términos para mejor obtener la redención del pecado de ser estudiantes, se olvida que las masas no son pasta blanda, fluida y disponible en todo lugar y en todo momento, sino una realidad muy concreta. Las masas no existen al exterior de sus organizaciones, por lo menos políticamente. Fuera de las organizaciones sólo hay individuos atomizados, unidades psicológicas. Las masas en tanto que tales están sometidas a la dominación de la ideología dominante. Y como la clase dominante es más materialista que los populistas, como no tiene confianza en la sola virtud de las ideas, no desprecia para nada encuadrar a las masas. Desde la escolarización a las asociaciones diversas (vegetarianos, filatelistas) pasando por los clubs deportivos, el ejército y los centros culturales. El encuadramiento es tanto más acertado en cuanto que las organizaciones obreras que dicen representar la autonomía de la clase obrera lo completan aceptando el orden establecido.

Antes la UJCm-l había creado según una linea populista una “tendencia proletaria” en la CGT partiendo de las aspiraciones espontaneidad de los trabajadores y sin tratar de integrarles en una estrategia política. Era subestimar la burocracia como fuerza política. Mayo lo ha demostrado. Después de mayo cambio el vapor y fin de la linea sindicalista proletaria. No se grita ya ¡Viva la CGT de la lucha de clases! sino ¡CGT, revisos!, cuando no es ¡CGT fascista! Una linea clara basta para desenmascarar a los revisos, apoyar a los elementos avanzados e incorporar a los vacilantes. En esto no se comprende todavía la naturaleza de la burocracia estalinista como fuerza política (internacional además) ni la naturaleza precisa de la burocracia sindical.

Solo se les concibe como desviaciones ideológicas sin preguntarse la razón de su influencia de masas. De hecho, y ahí es donde los ml manifiestan su naturaleza de grupo estudiantil, para ellos “el revisionismo” se reduce a los portadores de su ideología. Son poco numerosos y poco virulentos en el medio estudiantil, más numerosos, más malos, y más fuertes en el medio obrero (bonzos y mandamás sindicales). Pero la diferencia no es fundamental. La linea justa y la virtud del verbo bastan allí como aquí. No comprenden el triunfo del estalinismo, las condiciones de existencia de una burocracia obrera y las condiciones para combatirlos. La logomanía de los maoístas hace de la lucha política un teatro de sombras. Las clases se enfrentan en ella por ideología interpuesta. “Expulsad las ideas revisionistas y veréis las masas volar de victoria en victoria”. Las fuerzas políticas son simples soportes de las ideas, los militantes, los caballeros servidores de la linea justa o falsa.

De ahí populismo y espontaneismo se entrelazan y se engendran el uno al otro.

b) la abolición del movimiento estudiantil, anarquismo y espontaenismo

Kravetz y Griset escribian ya en 1965: “El vanguardismo del movimiento estudiantil puede ser considerado como una manifestación del origen social de la ideología pequeño-burguesa de los estudiantes”. Digamos que ese vanguardismo no es imputable únicamente al origen social (lo que seria mecanicista) sino al papel político contradictorio que juega el movimiento estudiantil.

Ayer, antes de mayo, ese vanguardismo se manifestaba esencialmente por su populismo. Hoy, ha tomado variantes gemelas: el anarquismo y el espontaneismo.

Incapaces de superar políticamente la contradicción del movimiento estudiantil, los anarquistas prefieren negar pura y simplemente ese movimiento. Para ellos el medio estudiantil es pequeño-burgués. No puede existir movimiento estudiantil sino militantes anarquistas interviniendo en el medio estudiantil por medio de la acción directa y de la propaganda por el ejemplo. Se trata de radicalizar gracias al problema de la violencia a esa pequeña burguesia estudiantil siempre tintada de humanismo lastimero, y cuya vista de la sangre y de los golpes actúa como repulsivo. Se trata de arrastrarla a la esfera de la minoría actuante. Pero ya que su solidaridad manifiesta un sentimiento más que determinación política, seria vano tratar de organizarlo. A hora bien, si la acción revolucionaria aplica siempre un cierto tipo de violencia, la violencia no es por ello el criterio de la acción revolucionaria.

El izquierdismo, según dijo Lenin, consiste en fundar una táctica revolucionaria en el sentimiento revolucionario, en tomar sus deseos por realidades y en consecuencia en no dedicarse siquiera a la realización de sus deseos. Es reducir el enfrentamiento de clases a los gestos de la lucha de clases, coleccionar los símbolos olvidando lo que funda la acción simbólica de un acto. Es practicar una política ficticia en lugar de una política real. Es decir “expulsar el policía de vuestra cabeza”30 porque el movimiento estudiantil es incapaz de expulsarlo de las facultades, porque no se ha comprendido todavía que expulsar a la policía de Nanterre o de otro lado no es una cuestión previa a toda acción sino un momento de una campaña de propaganda, de movilización y de politización. Por desgracia para los ácratas la propaganda es el hecho y el hecho es el acontecimiento. Así arrancar la cruz de Georghiu basta para probar que es un fascista31.

Desgraciadamente no es comprendido como tal. El ácrata consigue pues ese brillante esfuerzo para reducir lo que la opinión conoce del movimiento estudiantil a la anécdota, forma “vivida” cotidiana de la política. Responde así a la actitud de la burguesía la cual desintegra la política, en forma de acontecimientos periodísticos sin cohesión ni sentido.

Si para huir a la contradicción del movimiento estudiantil los anarquistas se contentaban en negar su realidad, los espontaneistas prefieren disolverlo en un amplio movimiento revolucionario. Para ellos la reintegración del trabajo intelectual en las fuerzas productivas significa casi que los estudiantes se convierten en productores y que el medio estudiantil se convierte en el aliado natural del proletariado. El único obstáculo en el camino de la revolución, es la fascinación con retraso que ejerce la ideología burguesa en ruinas, es el poli que cada uno lleva en la cabeza, es la interiorización de la represión. Al precio de una conversión espiritual (llamada por la circunstancia revolución cultural), cada uno tiene que expulsar el poli de su cabeza gracias a lo cual accede al movimiento revolucionario y su situación social de estudiante no está ya en causa. En resumen, entre el estudiante bajo el encanto de la ideología burguesa y el saber burgués, y el militante revolucionario, no hay lugar para el movimiento estudiantil. Así el problema se suprime, no es resuelto.

El escamoteo era un poco grosero. Le hacía falta un poco de lustre teórico. En el primer tiempo el folleto “Après Mai…”32 se ha esforzado en proporcionárselo, se considera en él que el “proletariado cerca a la burguesía mundial” después de la victoria de la revolución china y la resistencia victoriosa del pueblo vietnamita. En consecuencia la clase dominante a escala internacional, es en adelante el proletariado. ¡¡Vaya, Vaya!! Pero entonces, ¿por qué y como, por qué estratagema la ideología burguesa ha recuperado en poder el la URSS? Es verdad que la rehabilitación “militar” de Stalin, considerado como la figura de vanguardia del socialismo, en un Estado considerado como burgués ha de plantear algunos problemas a los que consideran también que el proletariado terca a la burguesía y que su ideología se ha convertido en la dominante…

En resumen, y dejando a un lado todas las contradicciones, “el viento del este vence al viento del oeste”. La ideología burguesa está en pedazos. Basta que cada trabajador y cada estudiante se de cuenta de ello y lo comprenda, que escape a la fascinación, para acceder con buen pie a la conciencia revolucionaria. La relación contradictoria entre la vanguardia y las masas no plantea ya problemas: “las masas son los únicos héroes”.

Tienen la ideología revolucionaria. Basta dotarles de una teoría (una vez más la vieja historia del atraso teórico). Para esa tarea un puñado de intelectuales bastan, unos equipos de trabajo y no una organización. Es preciso edificar una teoría de vanguardia y “sobre esa base solida podrá constituirse el partido” de tipo nuevo por supuesto. ¿Marx o San Pedro? Tu eres Teoría y sobre esa Teoría edificaré mi iglesia…

Gracias a este astuto pensamiento, el movimiento estudiantil se encuentra desintegrado. No existe ya. Una vez superado el umbral de la toma de conciencia de la conversión espiritual, de la emancipación ideológica, solo existe el movimiento revolucionario en el cual los orígenes sociales no son ya tenidos en cuenta. Mientras tanto se pierde un poco de vista la lucha de clases: la lucha política es tragada y desaparece en la lucha ideológica. La democracia parlamentaria, el fascismo, no son más que “variantes ideológicas” del poder burgués, y no variantes políticas. “La policía no es fuerte más que en la medida en que existe en la cabeza de cada uno de lo oprimidos”. Cada uno se enfrenta con su poli mental, cada uno debe ir hasta el final. La revolución se individualiza, para mejor generalizarse. El movimiento estudiantil como tal desaparece al precio de una puesta en escena graciosa, y con él sus contradicciones.

La perspectiva organizativa que corresponde a esa teoría, es el movimiento revolucionario de los Comités de Acción y el emparejamiento de los comités obreros y estudiantiles. No se preocupan de analizar las condiciones de aparición de los CA, en Mayo. sus condiciones de supervivencia, o simplemente la efectividad de su existencia. El movimiento estudiantil es simplemente afirmado como revolucionario componente estudiantil de los CA partido revolucionario de tipo nuevo. Solo falta su simétrico obrero. Basta desarrollarlo por medio del emparejamiento, llenar la caja vacía. Esa manera de “resolver” la contradicción del movimiento estudiantil haciendo de él el ala avanzada del partido revolucionario a construir, no es propia a los espontaneistas franceses. Asor Rosa escribe en la “Revue internationale du socialisme”33, a propósito del movimiento estudiantil italiano: “No es ciertamente un sindicato, a pesar de su espíriu reivindicativo, en su origen al menos pero no es tampoco o todavía un partido, por la calificación de su base de clase en los límites más estrechos. Diría más bien que el movimiento estudiantil se comporta y se mueve como la vanguardia en el terreno universitario de un partido político revolucionario que no existe”. Si fuera verdad, sería tan sencillo. Desgraciadamente el partido revolucionario no se consigue a plazos. Y precisamente porque no existe, no podemos comportarnos como su destacamento en el terreno universitario. Al contrario, la ausencia de partido revolucionario sobredetermina, como hemos visto, toda la evolución y las contradicciones del movimiento estudiantil.

Es verdad que todo ello es historia antigua, según van las cosas en el movimiento estudiantil. Sin embargo, las ideas de “Aprés Mai…” son significativas y hoy encuentran su prolongación en la revista “La Revolution Culturelle”34 donde se puede leer en dos páginas muchas cosas sobre la cuestión. “Mayo – afirma la revista – ha desencadenado un proceso de revolucionarización (la palabrita se las trae) de la clase obrera”. Eso es al menos lo confortante un proceso, marcha solo, se desarrolla solo. Es mucho más fácil seguir un “proceso de revolucionarización” que instaurar una relación de fuerzas organizativa (¡qué tarea más baja!) con el partido comunista y los partidos tradicionales. No es por otro lado que estén contra la organización en principio, la cosa es demasiado vulgar. Por “la existencia de una organización que permita la sistematización de la experiencia, la elaboración de la línea están subordinadas a la revolucionarización cultural de la clase obrera y del movimiento estudiantil”. Veis, nada corre prisa. Revolucionemos primero las masas culturalmente desmitificando la autoridad y la jerarquía (volveremos sobre el tema). Y además, “no son las vanguardias las que hacen la historia sino las masas…”. ¡Permitid! La teoría marxista que tiene su rigor habla de otra manera los autores de la historia no son las masas sino las clases. Hay un matiz. Pues la lucha de los obreros (o de las masas) no es espontáneamente lucha de clases. Se convierte en lucha de clases transformándose en lucha política, unificando los intereses generales de la clase obrera, superando los intereses categóricos de tal o cual parte del proletariado y dirigiendo la lucha hacia la destrucción del Estado burgués35. Uno se pregunta también como “la única lucha radical contra el revisionismo” puede ser “la de las masas”. ¿Es una crítica política, científica marxista ? ¿Entonces las masas detentan la teoría? Entonces, ¿qué necesidad de aportársela y en nombre de quién habláis, vosotros que afirmáis cosas tan peregrinas? ¿sois vosotros las masas? ¿o su portavoz? ¿y como han delegado ese poder? Es verdad que sois una parte de las masas… Pero no habléis más que en nombre de esa parte, no de las masas en su conjunto.

Después de esa esfuerzo ideológico “La Revolution culturelle” diagnostica “el movimiento estudiantil no puede ya progresar desplegándose en la crisis de la ideología burguesa; debe iniciar la crítica sistemática de la ideología burguesa” ¡Vaya, vaya Porque hasta ahora el movimiento estudiantil se desplegaba tranquilamente en la crisis de la ideología burguesa. ¡Oh, suave éter! ¡Oh, serenos espacios de la ideología ¡Oh, graciosos desahogos del volátil estudiantil! Pero ahora el aire ya no está sereno ; el movimiento estudiantil no puede ya vivir bajo el empuje de ese vuelo, han de acceder a la seriedad teórica y a la “crítica sistemática de las ideas burguesas”. Pero ¿en nombre de quién? ¿de las masas o del marxismo? Y si no es en nombre del marxismo, ¿se ha cambiado de repente en partido, provisto de una estrategia y de una práctica.

Una pirueta teórica más, otra jungla verbal, no cambiaran nada a la historia del movimiento estudiantil que no fue la de un armonioso desahogo sino la de una viva contradicción operando sin cesar entre las aspiraciones revolucionarias de ese movimiento y la ausencia de un partido revolucionario.

Señalemos para terminar sobre este punto que el ideologismo es la matriz del espontaneismo como el economicismo es la matriz del populismo. Para el economicismo los resortes económicos son bastantes poderosos, para llevar a las masas a la revolución a partir de los intereses corporativos; y basta a los militantes el ponerse al servicio de esos intereses. Para el ideologismo, solo la pantalla de humo ideológico puede evitar la marcha de las masas irresistiblemente movidas por sus intereses económicos a la revolución. Ideologismo y economicismo, populismo y espontaneismo son lás dos polos de la misma problemática propia de la ideología estudiantil (y si la ideología burguesa ha muerto esos mismos que los afirman se encargan de resucitarla). Destaca por su incomprensión fundamental de la lucha política que supone unas fuerzas estructuradas, unas organizaciones, una táctica, todo un campo especifico que se articula alrededor del Estado burgués (poder estructurado de la clase dominante) y del partido revolucionario que afirma la candidatura al poder del proletariado. Que el populismo y el espontaneismo compartan los flecos ideológicos de Mao no nos sorprende36.

c) El anti-autoritarismo

Una de las dominantes de la ideología estudiantil, no sólo francesa, aino internacional, es el antiautoritarismo. Pasamos rápidamente sobre a paternidad-teórica del anti-autoritarismo. Para Marcusse, la tesis fundamental del marxismo, según la cual el capitalismo, dado que engendra y supone el proletariado, alimenta en su seno su propia negación, cae en desgracia. Por el condicionamiento, la integración, la publicidad, el “espacio interior” del sistema está lleno y obstruido; el sistema se hace opaco y es abolida toda negación interna. En consecuencia, “la clase obrera no es ya la contradicción viva de la sociedad establecida”. La única impugnación posible de esa sociedad procede de la provocación, ha de provenir de las capas marginales, en transición, no estabilizadas en las instituciones, antiautoritarias. Y los estudiantes son su prototipo mismo.

Con la excusa de una interpretación sutil de la realidad contemporánea, Marcusse se contenta en constatar un estado de hecho. Si los proletarios no luchan ya, eso quiere decir que no son ya la negación viva del capitalismo; y si no hay negación del capitalismo, es que el capitalismo la ha borrado por medio de técnicas… Ni rastro de la responsabilidad del movimiento obrero, del fracaso del estalinismo. Una simple descripción sociológica para racionalizar una evidencia y agrupar los sobresaltos de revuelta bajo la rúbrica anti-autoritaria.

Ahora bien, eso no explica por que los estudiantes se han reconocido gustosos en el espejo arreglado por Marcusse y han lanzado la consigna de revuelta anti-autoritaria. Primeramente, existe el descubrimiento empírico común a los estudiantes franceses, italianos o alemanes, de que esta sociedad capitalista que se reclama del dialogo no deja ningún lugar a la negociación, ningún margen de movimiento, ninguna libertad de maniobra incluso para jóvenes liberales indignados. La huelga de noviembre del 67 en Nanterre (anexo 1) lo ilustra perfectamente. Los profesores, el decano, el rector, nadie esta habilitado para discutir o para negociar. Dos interpretaciones posibles o bien todo el poder ha refluido hacia las comisiones del Plan, no dejando el estado mayor gubernamental más que a funcionarios incompetentes frente a las reivindicaciones ; o bien esa aparente ausencia de poder no es de hecho más que demasiado poder, una omnipotencia de poder central a través de sus agentes y subordinados. La sociedad desde la cumbre a la base esta articulada por un poder firmemente regimentado. Ese es un descubrimiento que choca dolorosamente con la posteridad burguesa imbuida de valores tales como libre arbitrio, los derechos del individuo, el valor de la palabra, la comunicación entre las conciencias, el dialogo socrático y otras perlas de la moral.

El descubrimiento de la jerarquía, de la autoridad, del poder engendra la reacción del anti-autoritarismo. Pero ese antiautoritarismo no es el fondo más que una toma de conciencia mistificada de la realidad del Estada fuerte. El movimiento estudiantil, incapaz de comprender el sentido político del Estado suerte, no puede admitir estar sometido a la porra como el proletariado. Se enfrenta a una autoridad anónima cuyo poder no se sabe si es legitimo.

“La Revolution Culturelle” habla en todo momento de “la burocratización acelerada de la sociedad”, del estado policial. El movimiento estudiantil es ante todo sensible al carácter burocrático, policiaco, autoritario del estado fuerte, carácter que contradice la ática destilada por la burguesía. El antiautoritarismo traduce la indignación inmediata del medio estudiantil, su incapacidad para darle una formulación política. La revuelta antiautoritaria es ante todo la revuelta de los que han aprendido a gobernar, están preparados para el poder, y que encuentran por delante un poder establecido, mudo y ciego, cuyo acceso les es prohibido y les parece irracional. Es esa irracionalidad la que empuja a la revuelta: “el 3 de Junio – escribe Dutschke – por sus manifestaciones, los estudiantes habían obligado a la sociedad alemana a mostrar su verdadero rostro, el de la autoridad irracional”.

Y el recurso contra esa autoridad irracional no es otro más que la violencia de las masas. Algunos grupos no han dudado en definir así el criterio de la acción revolucionaria: las masas y la violencia. El fascismo respondía a ese criterio. Al no comprender políticamente el Estado fuerte, se responde de forma apolítica o poujadista.

Este estupor del movimiento estudiantil confrontado al fuerte se acompaña del resentimiento hacia el padre malo. El movimiento estudiantil reprocha a la sociedad burguesa que lo ha alimentado y educado, el que haya traicionado su enseñanza y sus preceptos. Contra esa traición, reacciona buscando un nuevo, humanismo donde se diluye sensiblemente la lucha de clases. Es particularmente esclarecedor citar a este respecto el articulo de R. Dutschke publicado en “La Revolte des étudiants allemands”37. Dutschke ha tenido el mérito excepcional de ser de los primeros en comprender el papel político que podía jugar el movimiento estudiantil y los métodos para ello. Ha contribuido ampliamente, y con el precio que sabenios, a repolitizar la Alemania aplastada por el ascenso del nazismo y por el traumatismo de la guerra agotadora. En parte gracias a él, los 17 y 18 de Febrero del ‘68, las banderas rojas, las efigies de Liébknecht y de Rosa han reaparecido en las calles de Berlín. Sin embargo a causa de la situación propia de Alemania, y de la parálisis casi absoluta de un movimiento obrero exsagüe y demasiadas veces vencido, no podía comprender el fondo del problema, al menos en el momento en que escribió el texto en cuestión.

“Nosotros que hemos crecido – escribió – en el seno de una sociedad autoritaria, nuestra única oportunidad de liquidar esas partes integrantes de nuestro carácter, es aprender a comportarse como hombres a quienes ésa sociedad pertenece, derecho que no les es impugnado más que por las estructuras dominadoras del orden establecido”. El pecado de la autoridad es contagioso, hay que extirparlo de nuestro carácter para no ser los herederos de la sociedad y de la clase que nos ha alimentado. Hay en esta concepción un fondo de moralismo aterrado por la idea de ceder a la seducción de una sociedad que rechaza. Propuesta la puerta de la salvación, es ante todo el hombre, antes que la lucha de clases: “nosotros también, es preciso que hagamos hombres nuevos enfrentándonos al sistema que nos gobierna, es preciso encontrarnos en tanto que hombres en el curso de nuestros enfrentamientos”. Esa búsqueda de la humanidad es la de la salvación individual aunque se opere de manera colectiva y continua con la denuncia del mal padre: “es la clase dominante misma quien, a fuerza de golpes, nos inculca el comportamiento antiautoritario “el disgusto existencial de una sociedad que reprime las necesidades inmediatas de los individuos”.

Y como la apoteosis: “Esa dialéctica radical, ya que concierne a todos los hombres, permite la acción unida de todos los antiautoritarios sin programa de partido (…). Nuestra fase de transición, de revolución cultural, es una base prerrevolucionaria”. ¡Ya está!. Hay una sola categoría revolucionaria, los antiautoritarios ; “todos los hombres a titulo individual están interesados en su combate y el fundamento de clase ha desaparecido en esa revuelta. Lo que permite a los estudiantes prescindir del proletariado. Por otra parte, como no se sienten capaces de tirar abajo el Estado burgués se contentarán en lo inmediato con una revolución cultural que solo es una fase prerrevolucionaria. Si, pero en China la revolución cultural sigue a la toma del poder, no la precede. Invirtiendo los términos, el movimiento estudiantil erige su propia impotencia en fase histórica. Comienza por atacar a la cultura porque había comenzado creyendo en esa cultura y en sus valores, y porque tienen la impresión de haber sido. injustamente engañado al saber que las tablas de la ley eran falsas.

Hemos intentado señalar las variantes de la ideología estudiantil. Es verdad que en la realidad las especies no son tan distintas los cruces y las mezclas son numerosos. Que importa: todos alimentan las elucubraciones veleitarias del activismo necesario para enmascarar la contradicción que roe al movimiento estudiantil. El maoespontaneismo constituye hoy el coctel más completo de esas ideo logias estudiantiles donde, populismo, espontaneismo, antiautoritarismo se combinan. Todas concurren, y es su punto de confluencia, en negar a la organización de vanguardia que las amenaza como su propia negación.

3. El vuelco organizativo

El movimiento estudiantil puede segregar todas las ideologías del mundo, pero no por ello deja de estar menos coartado entre su papel revolucionario y su carácter de masas, su función vanguardista y su naturaleza inestable. Para romper ese círculo vicioso, solo hay una solución la aparición de una organización de vanguardia que devuelva al proletariado su papel dirigente en la revolución. Para romper el bloqueo que los burócratas han formado en torno a la lucha de clases, el entusiasmo y las formas de lucha del movimiento estudiantil no le bastan. Desde el momento en que el primer enfrentamiento abortado (Abril 68 en Alemania, Mayo 68 en Francia, Septiembre 68 en México), pone los problemas de estrategia al orden del día, no puede responder a ellos. Los militantes más consientes se esfuerzan entonces en situar al movimiento estudiantil en su justo lugar y dedicarse a la construcción de una organización de vanguardia.

De esa evolución es testimonio la cartelización y el estallido del Zengakuren, que se ha subdividido en tantos Zengakuren como corrientes hay en el movimiento obrero internacional. De esa cartelización son prueba también los esfuerzos del SDS alemán para transformarse de grupo estudiantil en organización revolucionaria ligándose a los trabajadores (manifestación del 1° de Mayo) y creando estructuras militantes (manifestación de base) en ruptura con la ligereza del movimiento estudiantil. Sin embargo, ese esfuerzo aunque sea alabable, no bastaba, faltaba la comprensión de la teoría de la organización y de las condiciones políticas exigidas para una tal mutación organizativa.

De hecho, a partir del umbral critico en que el empirismo no conduce ya más que a la acción repetitiva y al fracaso, en que una visión estratégica se hace necesaria a toda iniciativa táctica, la contradicción del movimiento estudiantil, entre su naturaleza y su función estalla y se exterioriza. No es ya su contradicción, sino la contradicción entre la inercia del movimiento estudiantil, su ideología, y el nacimiento de una organización revolucionaria. Ese nacimiento no es natural, no surge por si mismo, pasa por una polémica contra la ideología espontánea del movimiento estudiantil, por la instauración de una verdadera relación de fuerzas entre la organización naciente y el movimiento estudiantil.

La Revolution Culturelle” constata que “el movimiento de masas estudiantil nace y se desarrolla en oposición al grupúsculo porque necesariamente pone no la teoría sino la práctica en el puesto de mando”. Aquí las relaciones polémicas del movimiento estudiantil y la vanguardia son subrayadas (“oposición”) aunque la vanguardia sea designada por el peyorativo inventado por el estalinismo: grupúsculo. Como hay que explicar bien la naturaleza de éste oposición y no se quiere admitir que lo que defiende el movimiento estudiantil en esa oposición, es su ideología pequeño-burguesa, se hace de la separación entre teoría y práctica el campo de la disputa. El grupúculo representa la teoría dogmática desencarnada.

El movimiento estudiantil encarna la práctica. “Necesariamente”. Eso es al menos verdad: solo vive de la práctica caótica, dispersa, discontinua; teorizar su práctica supondría superarse como movimiento estudiantil, negarse, acceder a una comprensión política que sólo puede ser la de una vanguardia revolucionaria, es decir, organizada, regular, continua en su actividad, todo lo que repugna al diletántismo estudiantil. Porque precisamente escamotear el problema de la organización revolucionaria como mediación dialéctica entre teoría y práctica, los teóricos de “La Révolution Culturelle” no hacen más que restaurar de manera inversa la ruptura teoría-práctica poniendo la práctica del movimiento de masas “en el puesto de mando”. Para encontrar una justificación teórica a su juego empírico recurren a Lenin que decía que la práctica toma siempre el paso sobre la teoría… olvidan añadir: en el momento de la crisis revolucionaria.

Sigue siendo evidente que tomando la defensa del movimiento contra el grupúsculo, los animadores de “La Révolution Culturelle” defienden claramente sus propios intereses políticos, y con ello constatan un hecho fundamental: la rivalidad, en un período dado, entre la vanguardia y el movimiento. Lo que Marc Donolo, en un articulo sobre el movimiento italiano, resume de manera interesante “hay una progresión que pasa de la absorción de los grupúsculos por el movimiento a su concurrencia con él”38.

En realidad, que el movimiento estudiantil tenga que diluirse en provecho de la organización revolucionaria, está inscrito en su naturaleza y sus límites. Kravetz y Grisset entreveían esto ya confusamente en 196539: “la UNEF es una organización sin memoria. Cada dos años más o menos se vuelve a partir de cero. No es nunca sobre la base de una experiencia anterior que la orientación actual se crea y se desarrolla, sino siempre a partir de una situación vivida y teorizada en el aquí y ahora de un medio y de los militantes sin pasado ni futuro colectivo. No hay aportación del movimiento estudiantil y la historia pasada se traduce solamente por la inercia de las estructuras que ha producido”. El movimiento estudiantil no tiene aportaciones anteriores no tiene siquiera historia. Pero sus coordenadas de análisis, el movimiento obrero y la vanguardia, tienen una historia que lo fuerza a cambiar o a estallar; en cuanto a la inercia de las estructuras, la conocemos demasiado a través de la UNEF; por desgracia se añade a ello la inercia de los individuos, feudalismos estudiantiles, y Kravetz y Grisset, por muy clarividentes que hayan sido, no han escapado a ello.

Hasta el 22 de marzo, la organización revolucionaria, para fortalecerse se apoya en el movimiento estudiantil que hace lo que ella no tiene la fuerza de hacer. Sin embargo, durante ese periodo, la organización revolucionaria sufre al movimiento estudiantil tanto como lo utiliza. Debe aceptar su ritmo sincopado de movilización, sus estructuras en disolución. Se apasiona y se dispersa para volver a reunir las practicas múltiples del movimiento y darles un sentido: actividad antiimperialista en los comités Vietnam, actividad reivindicativa en lucha contra la represión sexual y cultural en las asociaciones de residentes, etc.

Eso no quiere decir que en ese periodo los militantes de vanguardia en medio estudiantil no sean los inspiradores de las orientaciones y de las acciones (el ejemplo de la FUA lo prueba). Pero la organización de vanguardia en tanto que tal, si alimenta la vida política, no tiene nunca la iniciativa organizativa. El movimiento estudiantil se canaliza a través de las estructuras de movilización heredadas del viejo coorporativismo (UNEF en Francia, UNURI en Italia) se contenta en complementarias cuando son deficientes con añadidos que perpetuan la dispersión (comités Vietnam).

A este respecto el 22 de marzo señala un cambio radical, son los grupos (anarcos y JCR) los que toman la iniciativa de fundir las practicas disparatadas del movimiento estudiantil en un mismo canal organizativo, movimiento de Frente Único cuyas primeras comisiones evocan su carácter: luchas estudiantes-obreros (anticapitalistas); Cuba-Vietnam (antiimperialista); la lucha de los estudiantes polacos (antiburocrática). Haciendo esto el movimiento estudiantil, descontento en adicionar sus practicas y sus actividades diversas, multiplica su audiencia y su fuerza de acción sintetizándolas. Es lo que el poder gaullista no había previsto en Marzo 68.

Esta mutación del movimiento estudiantil constituía la primera fase de una transformación que había de tener por segundo aspecto el transcrecimiento organizativo de la vanguardia misma, Este transcrecimiento significa el arrancar a la vanguardia del tiempo y de las determinaciones políticas del movimiento estudiantil, su paso del grupo estudiantil a la organización revolucionaria. El debate de tendencias que ha señalado el nacimiento de la Ligue Communiste40 no tiene otro objeto y otro sentido que esa separación.

Se trataba para la vanguardia de acceder a una comprensión estratégica de conjunto, lo que significaba en el mismo movimiento asimilar la teoría leninista de la organización nacional e internacional, y dedicarse intensamente a la construcción de esas organizaciones. Pero esa comprensión y esa tarea constituyen un más allá del grupo estudiantil, no le son naturales. Muy al contrario, podemos afirmar que esa comprensión. es muy extraña y contradictoria a la práctica espontánea del movimiento estudiantil. Razón por la cual hemos visto desligarse de nosotros elementos del movimiento estudiantil que no habían roto con su ser de clase: han actuado como movimiento estudiantil contra la organización de vanguardia y han perdido, reducidos así al revolucionarismo y a las fluctuaciones propias de la pequeña burguesía revolucionaria, desprovista de toda capacidad de elaboración y de intervención políticas autónomas. La vanguardia no podía pasar del “grupúsculo” a la organización revolucionaria más que eliminando en ella el grupo estudiantil: son los aspectos de esa lucha los que han acompañado a la constitución de la Ligue. Un golpe acertado allí donde los chinos habían fracasado. Queriendo desviarse de su ser de clase, habían pedido a cada militante que renuncie a lo que fue para “convertirse en un militante proletario, habían vuelto la espalda al movimiento estudiantil que les recordaba demasiado lo que querían olvidar en ellos mismos. No comprendieron que el transcrecimiento organizativo no era cuestión de voluntades individuales y de conciencias, sino de una batalla organizativa. No nos autoproclamamos impunemente organización revolucionaria, hay que liquidar en el seno mismo de la organización todas las tentaciones que renacen sin cesar y que fomentan sus raíces sociales, y esa es una verdadera guerra prolongada.

Eliminando en ella el grupo estudiantil, la organización revolucionaria se constituye en memoria del movimiento estudiantil. Antes de mayo, las exigencias de la movilización no dependían esencialmente de una organización de vanguardia; sus militantes estaban repartidos entre Comités Vietnam, UNEF, trabajo de formación y propaganda comunista revolucionaria. Estábamos sometidos a reglas de movilización que no modelábamos; es a través de la dispersión de la intervención como intentábamos reconstituir la coherencia de una línea política, intención que Mayo realizó en parte.

“El grupo estudiantil” no despliega su iniciativa mas que a través del movimiento estudiantil, sus ritmos, sus crisis, su ausencia de memoria; lo que condena y amenaza a la organización revolucionaria que necesita de una acción desplegada en el tiempo, abarcando un periodo histórico de la lucha de clases, y no una adición de movimientos dispersos. Habíamos estudiado la movilización del movimiento estudiantil, pero no (o apenas) el fenómeno inverso y correlativo: la “despolitización “de las vanguardias introducidas en el medio estudiantil.

Trotsky en La Internacional Comunista después de Lenin señala que el termino de estrategia revolucionaria es una aportación del movimiento obrero posterior a la 1 Guerra mundial. No porque el término fuera legado por el lenguaje militar sino porque la social-democracia, que no defiende en el menor de los casos más que los intereses inmediatos del proletariado, ignora toda perspectiva de conjunto necesaria para resolver el problema fundamental de la toma del poder. Reduce la estrategia a la adición de las tácticas. Es lo propio del oportunismo y una de las características del estalinismo (cfr. los” zigzas “de Stalin… sobre China, p.ej.41).

Los grupos estudiantiles que definen su actividad según las condiciones impuestas por el movimiento estudiantil reproducen la misma confusión. La movilización esporádica del movimiento estudiantil impone a esos grupos una política instantánea: se llena el espacio, el presente, se cubren las paredes, se llena cada instante para absorverse plenamente, tratan de rodearse del mayor numero de gente posible sin pensar en las movilizaciones posteriores. Algunas A.G. del 22 de marzo han llevado esa práctica a su culminación.

Por el contrario, la intervención de la vanguardia no es espectacular. A través de la organización y de la formación de los militantes de vanguardia, es la memoria política del movimiento estudiantil. Es transversal en relación a la movilización dispersa del movimiento estudiantil. Es vertical (eje de organización) en relación a la dispersión horizontal de la agitación estudiantil (focos anarco-maoistas). Recorre la improvisación del movimiento estudiantil con su propio proyecto revolucionario. Imágenes que pueden permitir un recurso para demostrar la contradicción entre naturaleza del movimiento estudiantil y la de la vanguardia revolucionaria. Y es superando esa contradicción como la vanguardia llega en un momento determinado a instaurar una relación de fuerzas y a sellar en adelante la historia del movimiento: no han habido después de mayo 68, manifestaciones acertadas del movimiento que no esten marcadas por la iniciativa de la Ligue (Méjico, Reuilly-Diderot, Nixon, el 1 de mayo, Makarezos). Lecouture mismo no se ha equivocado cuando ha hablado de un grupúsculo que había crecido.

El movimiento estudiantil no tiene memoria de sus acciones. Esa memoria está fuera de él, eh las organizaciones políticas. Los ciclos del movimiento estudiantil no hacen más que subrayar las debilidades y los limites de un movimiento políticamente pequeño-burgués42. El balanceamiento del movimiento estudiantil entre el reformismo (UNEF renouveau)y el revolucionarismo (todas las formas de anarco-maoismo y de maoespontaneismo) no puede ser roto más que por la intervención intensa de la organización revolucionaria. El trabajo de critica, rectificación, educación del movimiento ha de recomenzar sin cesar. Ha de ser llevado sin descanso. Es esa necesidad que designaba la función mágica de la autocrítica en los maoístas. Pero esa necesidad, la interiorizaban y se la aplicaban reconociendo así que no tenían más que un comportamiento político de grupo estudiantil, compartiendo la ausencia de historia del movimiento y la trayectoria de sus humores.

La mutación del grupúsculo en organización de vanguardia, la Ligue la ha conocido bajo la forma del debate de tendencias que ha presidido su constitución. Llevando el debate sobre la cuestión de la organización, hemos llevado la señal de las delimitaciones en el movimiento estudiantil. Nuestro desgajamiento del movimiento estudiantil, de sus repeticiones y callejones sin salida fue también y principalmente un desgajamiento de la organización en sí misma. Carente de interlocutor, la polémica entre la organización y el movimiento se ha manifestado como debate de tendencias en el seno de la organización. Al principio el debate no existió entre el movimiento (personalidades y grupos del movimiento) y nosotros, existió primero entre nuestras filas, prueba de que es el trabajo de organización el que precipita la cristalización de diversas corrientes del movimiento. Lo que los camaradas no comprenden, es que el terreno real de las luchas que llevábamos era la emergencia y la existencia de la organización revolucionaria contra su disolución en el movimiento o su rebajamiento al papel de simple grupo o corriente estudiantil.

En la medida en que la función de vanguardia del movimiento estudiantil va pereciendo, en la medida en que se encuentra desplazada, recuperada y depurada por la organización revolucionaria, la contradicción entre la naturaleza y la función coyuntural del movimiento estudiantil se despiega también y se transforma en contradicción entre la perpetuación de un movimiento políticamente pequeño-burgués y el nacimiento de la organización revolucionaria. Eso permite además no pensar ya el movimiento estudiantil como una realidad constituida, sino como un proceso definido por el trabajo de fuerzas políticas determinadas.

4. Organizacion revolucionaria, organización de juventud y movimiento de juventud

Decir que la organización revolucionaria ha de nacer e imponerse hacia y contra las presiones del movimiento estudiantil no arregla la suerte de este movimiento. Elimina en ella El grupo estudiantil, no suprime sin embargo la realidad del movimiento. La cuestión que se plantea es la del futuro del movimiento estudiantil a la salida de ese proceso. Antes de abordar ese problema, hemos de distinguir varias cosas. Un debate tuvo lugar anteriormente para saber si la JCR era una vanguardia de la juventud o una organización de vanguardia interviniendo de manera privilegiada y casi exclusiva en la juventud. Las implicaciones eran diferentes en el primer caso, una plataforma bastaba como base de adhesión, en el segundo una referencia estratégica era necesaria se resolvió en favor de la segunda solución (cf. texto de referencia política de la JCR). Esa organización revolucionaria en la juventud es diferente de la organización de juventud, antesala de un partido en el que los jóvenes han de adquirir experiencia ; diferente de ‘un movimiento de juventud que es un movimiento de masas.

Por el hecho de la contradicción específica de la Universidad, el movimiento estudiantil constituye en un primer tiempo la fracción más explosiva de la juventud y comparte con ella determinadas contradicciones, en particular la crisis de la ideología dominante.

Liebknecht dice que la juventud obrera está doblemente explotada: como componente del proletariado por un lado, comparte su explotación, como juventud por otro lado sufre una explotación específica (salarios inferiores, condiciones de trabajo). Además el ascenso de la lucha en los jóvenes anuncia generalmente y prepara un ascenso de la lucha de clases en su conjunto. La juventud soporta menos bien que los adultos las frustraciones, las privaciones, los ataques, las ofensas, las humillaciones, en resumen todo lo cotidiano de la clase obrera en régimen capitalista. No considera como un favor las conquistas históricas del proletariado y el “bienestar relativo” que resulta de ellas; las considera al contrario como el mínimo vital y reacciona casi espontáneamente a los ataques contra todo ello. El papel de los jóvenes trabajadores en la radicalización de la clase obrera antes de Mayo del ‘68 (Caén, Mulhouse, Le Mans) confirma esa constante. Por último es importante señalar que la juventud no ha conocido en las luchas los fracasos mayores que han gastado a las generaciones precedentes, no conoce el peso de ese pasado que el movimiento obrero arrastra a menudo como un lastre. No está enfeudada a la burocracia obrera a la que le es difícil controlarla. Por su espíritu ofensivo, su entusiasmo, la juventud constituye un profundo factor de renovación política y de removilización de la clase obrera: “cuando se gasta a un programa – escribe Trotsky – o una organización, se gasta también la generación que los ha llevado sobre sus hombros. La renovación del movimiento se hace por la juventud, libre de toda responsabilidad con el pasado (…). Sólo el entusiasmo fresco y el espíritu ofensivo de la juventud pueden asegurar los primeros éxitos de la lucha; sólo esos éxitos harán volver a la vida de la revolución, a los mejores elementos de la vieja generación” (Programa de Transición).

Es la misma idea que desarrolla en “La Revolución traicionada”: ‘‘Todo partido revolucionario encuentra primeramente un apoyo en la joven generación de la clase ascendente. La senilidad política se explica por la pérdida de capacidad para arrastrar a la juventud. Los partidos de la democracia burguesa, eliminados de la escena, están obligados a abandonar a la juventud a la revolución o al fascismo. El bolchevismo en la ilegalidad fue siempre el partido de los jóvenes obreros. Los mencheviques se apoyaban en los medios superiores y de más edad de la clase obrera, no sin sacar de ello un cierto orgullo y considerar por encima a los bolcheviques. Los acontecimientos mostraron sin piedad su error: en el momento decisivo, la juventud arrastró a los hombres de edad madura y hasta a los ancianos”.

Actualmente, extender la movilización estudiantil a la totalidad de la juventud no es solamente una posibilidad sino una necesidad. Hasta ahora el movimiento estudiantil ha constituido la punta de lanza de la juventud movilizada. Si después de mayo ha marcado el camino, no es solamente en razón de esas contradicciones y dificultades internas, sino porque esas dificultades y contradicciones han sido puestas de relieve por las dificultades objetivas. El Estado, a través de la reforma Faure, ha aplicado una política de seducción represión que ha conocido algunos éxitos.

Incapaz a causa de su organización, de su desorden, de su indisciplina, de superar un cierto límite de enfrentamiento, el movimiento estudiantil ha sufrido reveses cada vez que ha chocado con las fuerzas del orden. Lo cual desanimaba a algunos y los llevaba al reformismo y a la participación; lo que obligaba a otros a luchas de distracción y de dispersión. La solución no esta en la militarización del movimiento estudiantil sino en la extensión de la base social del movimiento. Ser capaz de lanzar en la movilización fuerzas organizables y decididas de otra forma que los estudiantes, es hoy una de las primeras condiciones para hacer fracasar el dispositivo represivo.

Ampliar el movimiento estudiantil a un movimiento de toda la juventud no constituye pues una escapatoria sino una necesidad operacional elemental.

Por supuesto tal ampliación hubiera sido en todo momento deseable. Pero requiere para conseguirlo la presencia de una rganización revolucionaria que teja los hilos de su proyecto político a través de todos los componentes de la juventud, que unifique su movilización a través de las plataformas de la lucha proletaria, reequilibrando así al movimiento estudiantil y devolviéndole su papel adecuado.

El eje unificador de la movilización de la juventud es la lucha contra el enrolamiento capitalista de la juventud en todas sus formas:

a) En primer lugar sobre los problemas de la formación profesional y de la educación comunes a los estudiantes, a los alumnos de liceos técnicos, a los aprendices; es decir, la orientación, la selección, el problema de las salidas profesionales, todo lo que estas en relación con el mercado de trabajo.

b) Las condiciones de vida, de trabajo, de alojamiento de la juventud (ej. hogares de jóvenes semejantes a los internados, transportes).

c) Los ocios, la cultura, el deporte, todas las estructuras agrupamiento represivas que juegan una función de preparación, de lavado de cerebro a través de las colonias de vacaciones, de los boy-scouts, de los clubs deportivos (ideología competitiva), etc., de la escuela, etc.

d) Los problemas sexuales cuando la burguesía reprime, menaza, embrutece, cuando el obscurantismo clerical-stanista ve en ello un medio de fortalecer su dominación, cuando la familia burguesa ve en ello uno de sus pilares, cuando los abortos son numerosos, la cuestión sexual ha de tener una dimensión política nada desdeñable. En mayo hemos observado la conjunción entre las reivindicaciones políticas y las sexuales, incluso en los liceos.

e) El ejército como última etapa de integración a la sociedad burguesa. En torno a todos esos factores de enrolamiento capitalista de la juventud es posible lanzar una campaña generalizada en la que el movimiento estudiantil se sitúe al lado de los otros componentes de la juventud que no tardarán en unirse a la lucha.

IV. El problema de las consignas y de las formas organizativas

1. ¿Una estrategia universitaria?

El movimiento estudiantil, en la imposibilidad de encontrar un lugar en la estrategia de conjunto del movimiento obrero, se ha dedicado a la definición de una estrategia universitaria a la medida de sus posibilidades.

Una de las principales formas de esa estrategia universitaria reside en las tentativas de “universidad crítica” o de “universidad negativa”. Mantenido al margen por los burócratas obreros, el movimiento estudiantil se contenta con luchar con sus medios; pero preocupado por dar un alcance estratégico a su acción, se orienta hacia la revolución ideológica. La universidad crítica, en. Berlín, la Universidad Negativa en Trento están dedicadas a encarnar la negación viva de la universidad burguesa, a simbolizar el trabajo negativo del espíritu.

Privado del movimiento obrero que se niega a reconocerlo, el movimiento estudiantil regresa al hegelianismo. El manifiesto de los estudiantes de Trento por una Universidad Negativa es límpido a este respecto: “La Universidad Negativa reafirma contra la Universidad oficial la necesidad de un pensamiento teórico, critico, dialéctico, negativo (…). La universidad negativa es la encarnación del pensamiento negativo de la vanguardia organizada del movimiento estudiantil; la impugnación de la pretendida neutralidad de la ciencia burguesa”. El movimiento estudiantil como negación de la universidad burguesa, de acuerdo; la tarea es noble. Pero funcionar como negación significa una actividad concreta de denunciar cotidianamente la universidad burguesa. Y esa actividad no puede realizarse más que gracias al margen de maniobra creado por la relación de fuerzas entre la burguesía y el movimiento obrero. Si esa relación se debilita, el movimiento estudiantil marca el paso, vuelve atrás, corre el riesgo de desintegrarse.

Constatando el fenómeno, M. Rostagno, uno de los animadores de la Universidad de Trento, concibe que la tarea del movimiento durante lo que él llama púdicamente los “stase”, es “ampliar el espacio político conquistado”. Como si el confusionismo ideológico pudiera progresar regularmente en la universidad, independientenente de la relación de fuerzas políticas entre burguesía y proletariado. En ese sentido la ideología burguesa es muy comparable a la jungla: apenas desbrozada, vuelve a brotar en los talones del que se enfrenta con el. Hablar de ampliar el espacio político conquistado, es hacer del movimiento estudiantil una pura prolongación del movimiento obrero, sin diferencias de naturaleza, y creer, dentro de la línea mao-espontex, que la ideología burguesa agoniza lentamente pero en seguro, mientras que se ha convertido uno mismo en su portavoz haciéndola revivir; hábil maniobra de la ideología burguesa dominante que sólo la apertura de una crisis revolucionaria dinamita verdaderamente.

Y cuando el movimiento estudiantil, por haber vacilado demasiado, por haberse dado con la cabeza contra la pared al haber llegado a demasiados callejones sin salida, trata de pasar de la crítica de la universidad burguesa a la crítica de la sociedad burguesa, es para descubrir que esa crítica, para ser práctica, no depende de él.

Inversamente a esta concepción que descubre al movimiento obrero al final, otra concepción “estratégica” parte de la realidad del movimiento obrero y de su papel histórico. Pero constatando que las burocracias obreras tienen el control del movimiento obrero, tratan de hacer del movimiento estudiantil y liceano un campo, de experimentación política. Ya que no tienen la ocasión de comprobar directamente en el movimiento obrero la validez de un programa y la eficacia de las consignas, van a considerar que el movimiento estudiantil y liceano es un componente del movimiento obrero, que su politización es análoga (de los intereses inmediatos a los intereses históricos) y que del programa de transición que no tienen los medios de aplicar en otro lado, van a extraer una parte en favor de los estudiantes y liceanos. Incapaz así de poder hacer una campaña de agitación apoyada en unas luchas por el control obrero se contentan con consignas del control estudiantil y liceano sobre los estudios, o sea autogestión liceana43.

Es no comprender que una estrategia no es un simple razonamiento lógico, que incluye las fuerzas sobre las cuales pretende apoyarse. Y si no se dirigen las luchas del proletariado, no nos podemos librar elaborando la estrategia rama por rama, categoría por categoría. Una estrategia obrera a pedazos se reduce a una adición de tácticas, lo que es propio de las políticas reformistas. Y de hecho hablar en el aire de la autogestión liceana cuando no se tiene la iniciativa de las luchas obreras, y cuando los liceos están sometidos a la ofensiva gubernamental de la participación, supone llevar una política reformista. A decir verdad, no puede haber una aplicación sectorial a la universidad de un proyecto revolucionario global, de un programa de transición cuyos medios no se tienen en otros lados. No hay lugar para una estrategia universitaria del movimiento estudiantil, sólo puede haber una táctica universitaria de una estrategia revolucionaria. Ahora bien, la elaboración de una estrategia revolucionaria es indisociable de la construcción de una organización revolucionaria que sea soporte y garante de esa estrategia. Ahí está la clave.

Queriendo ignorarlo, el movimiento estudiantil no cae más que en los dos cebos del reformismo y del aventurerismo. El peligro no es imaginario y los dos cebos no son toscos sirio al contrario ingeniosamente tendidos.

Así la ley Faure tenía que responder en su contenido a las reformas requeridas por la racionalización del sistema y en su forma a las veleidades de la continuación de la lucha, intentando aislar a los izquierdistas de la masa estudiantil. En el plano de la represión el problema fue llevado con tacto, pero con firmeza. En Diciembre: follones en Nanterre con los bedeles-policía y los polis en su ayuda; en Diciembre también, decreto concediendo poderes especiales a los rectores; una semana más tarde, invasión de Vincennes por la policía; en Marzo proyecto de bachillerato 69 que pone en cuestión los principios del bachiller 68; en abril Messmer mantiene en el ejército a los 11 estudiantes privados de prórroga después de lo del rectorado, a pesar de la amnistía pronunciada por el Consejo Superior de Educación Nacional ; en Abril Messmer propone la supresión de la prórroga para todos los estudiantes de bachiller; en abril un proyecto relativo a Vincennes pone en cuestión el carácter experimental del centro ; en Abril también, Faure anuncia el traslado de la sociología a los IUT; en Mayo los candidatos a la agregación se presentan cada uno con un poli a la espalda, el mosquetón en la cintura. La enumeración probablemente incompleta muestra una evidencia: la burguesía ha llegado a hacer volver en su favor la relación de fuerzas.

La burguesía ha comprendido el carácter del movimiento estudiantil que, aislado, se encierra en acciones repetitivas, provocadoras izquierdistas en el verdadero sentido de la palabra. Ha razonado en términos de relación de fuerzas cuando ésta última le llega a ser favorable, termina su obra aislando a los izquierdistas y arrastrando al resto del movimiento hacia falsos problemas cuya salida sólo puede ser reformista.

Tomemos varios ejemplos:

El proyecto de Vincennes tenía una función evidente: hacer de esa Universidad modelo la embajadora de la reforma Faure; mientras que las otras facultades eran reajustadas, los años de estudio artificialmente, modelados en unidades de valor, se alababa a Vincennes, sus unidades de valor libres, su enseñanza multidisciplinar, sus no-bachilleres, sus asalariados, su apertura a la vida, etc. Pero una vez votada la ley Faure, cuando los estudiantes comunistas y los corporativistas de derecha participan y los estudiantes trabajan, el carácter experimental de Vincennes se convierte en un lujo superfluo, una trampa provisional que conviene transformarla en norma. ¿Y vamos a luchar acaso por el carácter experimental continuo? ¿Para refinar la universidad modelo, prefiguración de la universidad socialista en régimen capitalista? por ejemplo, ¿vamos a luchar para que sea mantenida en Vincennes la admisión de 300 no bachilleres y dar así a la ley Faure su aval democrático, para que sea mantenida la admisión de los asalariados, perpetuando así la ilusión en la promoción social individual? ¿Vamos a defender insistentemente el sistema de las unidades de valor cuando los profes y los estudiantes, temiendo la desvalorización de los diplomas, multipliquen los parciales, reforzando con ello el control de asiduidad y de autoselección?

El mismo problema se plantea con la supresión de la sociología que se prevee sacar de la universidad a los IUT. La sociología constituye un departamento improductivo y poco rentable. Se la traslada a la técnica, se la integra a una enseñanza ligada a la gestión y al derecho. Se llega así a una superespecialización en función directa de las necesidades de la empresa. ¿Acaso queremos defender la socio de los sociólogos? Defendiendo Vincennes se caía en el reformismo, defendiendo la sociología tal cual es se cae en el corporativismo.

El cebo es tanto más sutil que no se ve línea alternativa, sino una serie de escaramuzas de rechazo de la política burguesa, en las cuales el movimiento estudiantil no es de ningún modo limitativo. Esa lucha sin coherencia que no quiere plantearse el problema real de la organización revolucionaria y que rechaza al reformismo es precisamente la “contestación”. Serie incoherente de protestas abortadas y vanas, girando en torno a banalidades, la “contestación” no es otra cosa más que una política a trozos. Encadenando momentos aislados, bastándose a si mismos sin control, la “contestación” impotente es la forma misma del izquierdismo estudiantil.

2. …¿O la tactica universitaria de una estrategia revolucionaria?

El problema no es nuevo: “ Si a nivel de los cuadros del movimiento estudiantil es posible analizar las causas de la ausencia de toda estrategia en provecho de una táctica de corta visión, esa ausencia refleja igualmente la confusión en la base entre estrategia y táctica, siendo cada manifestación el testimonio total, bastándose a sí mismo, de una situación intensamente vivida”44. Esa confusión entre estrategia y táctica reduce al movimiento estudiantil a la improvisación mientras su táctica no esté subordinada a la estrategia de una organización revolucionaria.

Es así como la línea Universidad Roja que hemos avanzado al principio del año universitario 68-69 no tenía ninguna pretensión estratégica, tenía solamente un objetivo táctico: obstruir la degradación de la relación de fuerzas y permitir a la vanguardia recuperar fuerzas para nuevos enfrentamientos.

Estaba bien precisado entonces que “la universidad roja no es una consigna; así como el control obrero, es un eje de lucha a modelar a través de consignas tácticas según las necesidades del período. La Universidad Roja no es una institución que se puede yuxtaponer a la universidad burguesa, es un movimiento de lucha (…) La Universidad Roja no es una línea universitaria, ha de contribuir a enriquecer al rnovimiehto de mayo en su conjunto” 45. Los proyectos de la Universidad Roja y de la UNEF de los CA avanzados entonces procedían de un mismo objetivo: constituir el movimiento estudiantil en punto de ataque político permanente, dirigir y organizar esa fuerza de ataque. Trataba de frenar el reflujo del movimiento estudiantil dando el marco de los enfrentamientos del comienzo de curso.

Esa política se distinguía fundamentalmente de la lógica anarquista que con la ocupación de la residencia de Nanterre, el enfrentamiento en la manifestación sobre México, trataba de bloquear y destruirla Universidad (temaantiguo del 22 de marzo) siendo esta misión el mecho privilegiado de los anarquistas de poner fuego a la polvareda social, que mientras tanto había cogido la lluvia de Grenelle y de las elecciones legislativas.

La universidad roja buscaba no la parálisis de la institución universitaria, sino su perversión, la desviación de su función, la organización de su crisis permanente, condición de la politización masiva del medio estudiantil. La idea no era extravagante; el éxito de la desnaturalización de los exámenes fue considerable; el comienzo del curso universitario se retrasaba. Nuestro proyecto iriiplicaba no la escalada del movimiento contra el aparato de Estado sino la extensión geográfica y en el tiempo de la movilización estudiantil al acecho de las nuevas luchas sociales. El único error fue el de subestimar la virulencia de las ideologías estudiantiles tintadas de desespero después de Mayo 68, y definir en consecuencia una táctica por encima de la capacidad organizativa.

En efecto, frente a la reforma Faure y a la política gubernamental, la única manera de evitar la tentación reformista de la participación masiva y la tentación izquierdista de la provocación minoritaria, consistía en lanzar consignas organizativas. Era preciso, escribíamos 46, “A la tentativa de la selección oculta por las inscripciones, oponer la creación de los Comités de acción en los nuevos centros de implantación. ¡A la tentativa de división de los estudiantes por la parcelización y la regionalización de las facultades, oponer la coordinación de los CA y un movimiento estudiantil reunificado nacionalmente! ¡A la farsa de autonomía, oponer las actividades autónornas del movimiento revolucionario en la universidad! ¡a la trampa de las elecciones, oponer la elección en asamblea general en base a nuestros propios debates y programas, de nuestros propios delegados! ¡Al maridaje entre universidad capitalista y patronato, oponer la unión en la base de los grupos de estudiantes con los grupos de trabajadores en lucha!

En resumen eso suponía oponer a la reforma Faure la resistencia organizativa del movimiento estudiantil. Esa capacidad de resistencia no es innata al movimiento estudiantil, sólo se hace efectiva cuando es vertebrado por una organización revolucionaria. ¿Cuál puede ser esa táctica, teniendo en cuenta la débil implantación de la vanguardia en la clase obrera? Y sobre todo, ¿cuál es la política de la burguesía?

A E. Faure le sucede Guichard que en el precedente ministerio se ocupaba del Plan y del Fomento del territorio. Será secundado por Pierre Billecoq, secretario general de la sociedad E. Bghin y antes delegado general de la Asociación para la expansión industrial del Norte. Una parte de la investigación está ligada al desarrollo industrial. Por último Giscard d’Estaing propone a las empresas utilizar el 2 por 100 de su cifra de negocios exonerados de impuestos a la investigación. La adaptación de la universidad a las necesidades de la economía capitalista va por buen camino. Mayo 68 ha acelerado incluso el proceso haciendo tambalear la universidad liberal.

Las palabras claves de esta reconversión han sido la autonomía y la congestión. Con respecto a la autonomía, se trataba de “romper el arcaico monolitismo en facultades más pequeñas y más pedagógicas”. Prácticamente se trataba de reducir el “cuerpo en el Estado” que era la universidad tradicional provista de sus flancos débiles, en una serie de unidades, asociadas a las economías regionales, de deshacer el movimiento estudiantil llevando sus preocupaciones a un corporativismo provincializado. “La creación de una serie de facultades regionales, afirma también la Ley Faure, suprime una selección”. En realidad la selección se transforma en selección por la orientación, por la emulación de tipo capitalista entre universidades de alto y bajo nivel. La autonomía tan alabada no es más que el pretexto para poner fin a la autonomía gastada de la universidad liberar y para abrir la universidad a los abusos patronales. La autonomía pedagógica tiene como reverso la dependencia financiera y funcional aumentada con respecto al Estado y al patronato.

Así mismo la cogestión es anunciada como “la participación de los interesados en su destino”. En verdad se trata del aislamiento político de los revolucionarios gracias a la recuperación política de todos los que creen en una colaboración honesta con el gobierno. Los delegados han de alabar las decisiones administrativas y los rebeldes no son más que perturbadores que se niegan a plegarse a la ley de la mayoría estudiantil. Una universidad “abierta a las fuerzas vivas de la nación”, dicen todavía. En realidad la transformación de las facultades en empresas concurrenciales donde los patronos invertirán capital, personal (profesores por contrato), participarán en la gestión, firmarán contratos con los investigadores y estudiantes, fijarán los programas en función de sus necesidades a coito plazo. Los estudios se convertirán en la primera parte de la “vida activa y el camino será el mismo desdé el primer año hasta el retiro… o el despido. Ese fenómeno de pre-empleo es ahora visible a través de la universidad tecnológica de Clermont-Ferrand de la que se puede decir que es una universidad Michelin. En cuanto a las experiencias de apertura en Niza los grupos de “amigos de la facultad no son más que una delegación patronal donde figuran Bavastre (PDG de Nice-Matin), Poirier (PDG del Vieux-Chene, empresa de muebles), Pasquini (ex parlamentario UDR).

El nuevo estatuto de la universidad delimitado por la cogestión y autonomía se prolonga con una reforma de los regímenes de estudio. Esa reforma se manifiesta primero para las facultades pluri-disciplinarias. Así en la universidad de ciencias y técnicas creada en Lille, ciencia y técnica van juntas en el primer ciclo. Los estudiantes tendrán que “manejar más cosas, utilizar máquinas e instrumento, practicar el dibujo industrial, el croquis, la lectura de planos; tendrán que consolidar su dominio del inglés y recibir una lección económica aprendiendo a juzgar el coste de una realización y sus posibilidades de ser vendida a determinada clientela”. Eso no tiene nada que ver con la enseñanza interdisciplinaria que prevee una formación teórica superior en diversas ramas, facilitando la adaptación y nuevos ciclos. La enseñanza pluri-disciplinaria consiste más bien en dar los elementos concretos de diversas disciplinas para aumentar la eficacia de los estudiantes y prepararlos mejor a la producción.

La selección por la orientación, la aparición de profesores contractuales (“habiendo dado en otro sitio que en la universidad las pruebas de su capacidad” como dice el rector Mallet ¿por qué no Dassault? ¿Y Massu?), el control continuo de los conocimientos (forma “pedagógica” del control burocrático de asistencias) completan la readaptación de la universidad. La perspectiva está clara en el espíritu de M. de Chantel Peron, editorialista del n° 1 de “L’Université francaise” las universidades van a taner uná organización y una gestión tipo empresa, se es el porvenir, ésas las posibilidades como en el espíritu de M. de Balland, director de. la Residencia Universitaria de Antony que quiere que el estudiante sea “un accionario a parte entera”.

Todo eso está claro. La cogestión no es más que la versión universitaria de la participación; la autonomía no es más que la puerta abierta de la universidad al patronato. Frente a esas medidas la lucha del movimiento estudiantil se centra principalmente sobre el:

Rechazo del dominio patronal sobre la universidad y la exigencia de una
Formación polivalente y completa y de la Garantia de empleo a nivel de la calificación adquirida.

Pero no basta lanzar al aire consignas, por muy justas que sean. ¿Quién va a aplicarlas? ¿Quién determinará las necesidades en materia de formación profesional Y de empleo al nivel de la calificación adquirida ? De hecho, las reivindicaciones universitarias convergen hacia el tema del:

Control obrero sobre la enseñanza y la formación profesional.

Pero en esto también, ¿quiénes pueden asumir semejante consigna? ¿Los sindicatos obreros bajo el yugo de las direcciones burocráticas? ¿ o bien los mismos reformistas intentando hacer pasar la participación de los responsables sindicales en los consejos de facultades por control obrero? El control obrero no se delega a los burócratas, se ejerce por los delegados elegidos y revocables de todos los trabajadores, sindicados y no sindicados, impugnando el poder patronal.

Aun demasiado débil para hacer asumir por la clase obrera la lucha contra la universidad burguesa, los militantes revolucionarios no pueden lanzar las consignas enunciadas más que en un sentido propagandístico, para denunciar el sistema de enseñanza, para educar y reagrupar a la vanguardia. Es un primer aspecto de sus tareas en la universidad.

Por otra parte tienen que esforzarse en ampliar el frente universitario ligando constantemente los problemas estudiantiles a los del proletariado en general. Por ejemplo, una campaña contra las medidas de austeridad consecutivas a las restricciones presupuestarias podrá apoyarse en problemas materiales inmediatos (como las becas, los alquileres de residencias) para ampliarlos a problemas que afectan a la clase obrera (política de alojamiento, precios de los transportes, ayudas sociales). Es lo que han hecho los estudiantes de Heidelberg protestando contra los aumentos de los transportes.

Ampliar el frente universitario para realizar la unión con el proletariado ampliar el frente universitario, para realizar la unión con, el conjunto de la juventud, ése es el objetivo de los militantes revolucionarios en la universidad. La lucha contra el enrolamiento y la formación capitalista, el apoya a las luchas obreras, el apoyo a las luchas anti-imperialistas, son los tres grandes ejes de movilización del movimiento estudiantil. En cuanto a las consignas y a las iniciativas políticas, no pueden ser definidas y reelaboradas más que tácticamente en función del análisis actualizado constantemente de la relación de fuerzas entre las clases y la coyuntura política en su conjunto.

3. Organizar al movimiento

Para ser tácticas, las consignas y las iniciativas propuestas por la vanguardia “al movimiento estudiantil, suponen un movimiento estudiantil sólidamente organizado. Para sor capaz de flexibilidad, de adaptación táctica rápida a las variaciones de la situación global, el movimiento ha de estar firmemente estructurado. Un movimiento vagó y flojo será lento; pesado, sólo una buena base organizativa asegura reflejo y nerviosismo. No se puede pues plantear el problema de la orientación del movimiento, estudiantil sin plantear el de sus formas organizativas.

a) ¿Un sindicato estudiantil ?

Ha continuado durante mucho tiempo el mito da un sindicato estudiantil de masas. Era sostener que el medio estudiantil era sindicalizable sobre la base de intereses comunes. Hemos visto que eso era falso en razón de la heterogeneidad política y social del medio. Era además prolongar la política del frente populismo de los partidos stalinistas que para encontrar aliados “democráticos” han autonomizado artificialmente movimientos de masas (mujeres, estudiantes, antiguos combatientes) para hacer de ellos otros aliados políticos, mezclas unitarias en los frentes democráticos a construir. Práciticamente en la época de decadencia imperialista semejantes movimientos de masas no pueden vivir si no están subordinados políticamente a la vanguardia revolucionaria. Es al menos así como lo entendían los primeros congreso) de la Internacional Comunista, incluso en lo que se refiere a los sindicatos.

La función original del sindicato obrero (es decir, la venta al mejor precio en el mercado del empleo de la fuerza de trabajo colectivo de los obreros) no tenía valor para los estudiantes, toda palabrería sobre el sindicato estudiantil es gratuita.

Tanto más cuanto que el medio estudiantil ha sido atomizado por la reforma Faure, y casi desintegrado. Por otro lado, E. Faure ha empezado por arreglar el comienzo de curso y los exámenes. Por otro lado, ha repartido los centros universitarios parisinos cinco centros para derecho (Nanterre, Assas, Sceaux, Clignancourt, Dauphine) ; seis para los lingüistas (Vincennes, Asniéres, Grand-Palais, lnstitut d’Anglais, Sully-Morland). Después ha aislado los primeros años aún no contaminados. (derecho en Clignancourt lenguas en Asniéres ; CPEM en Montrouge). Ha suprimido o reducido los cursos magistrales muy fácilmente transformables en mitines de masas. La creación de las unidades de valor tiene por consecuencia casi insuperable el impedir todo agrupamiento prolongado de estudiantes y todo agrupamiento homogéneo en el plano universitario en particular. Una unidad de valor es un medio artificial de encuentro en el que algunos estudiantes que vienen de disciplinas diferentes, cuya historia universitaria es diferente, se ven de vez en cuando, sin hacer los mismos estudios, sin preparar los mismos exámenes ni pasarlos en el mismo momento. Por último, la autonomía de las universidades y la concurrencia que resulta de ella dispersa al medio estudiantil a escala nacional y estimula el provincialismo escamoteando el problema clave del Estado.

Ese conjunto de medidas desmembra al medio estudiantil, lo desune, hasta el punto de hacerle muy difícil toda reacción masiva. Además tiene como consecuencia romper la solidaridad horizontal de los estudiantes en beneficio de una solidaridad vertical, muy pronto esbozada, con la rama profesional que prolonga los estudios; lo cual estimula una reaparición del corporativismo y termina por arruinar la perspectiva de un sindicalismo estudiantil.

Prácticamente, los defensores actuales del sindicalismo estudiantil tienen una idea muy particular del sindicato. La Unión de los Estudiantes Comunistas no concibe el sindicato de masas más que como una organización de los estudiantes pobres y serios (los que en Mayo ‘68 querían pasar los exámenes), capa antimonopolista susceptible de incorporarse al campo de las fuerzas democráticas de progreso y de paz”. En cuanto a la AJS, como antes las FER, concibe el sindicato no como una. correa de transmisión, sino como una correa de reclutamiento 47.

b) ¿ Movimiento de masas coyuntural?

El 22 de marzo, liberando a la política, volviendo a darle cuerpo y vida, constituía una lección. En semejante movimiento político de masas, nunca la confrontación de líneas políticas pre-constituidas era previa a la acción. Cada problema político por el contrario era debatido a fondo en la medida en que se planteaba a propósito de una acción precisa.

Esa práctica ha permitido descongelar las relaciones entre los grupos, inmutablemente fijados en la UNEF, haciendo jugar la autocensura de los elementos desorganizados. Esas costumbres que han saneado al movimiento, y le han dado el dinamismo necesario en el periodo de ascenso de las luchas, cuando toda acción llamaba casi lógicamente a la siguiente, se hacían casi peligrosas en períodos límites en los que unas opciones estratégicas se imponían. Sintiéndose amenazado de estallar por un debate político de fondo, el 22 de marzo congelaba la discusión para convertirse en un grupúsculo activista antigrupuscular La acción ofensiva que, en ausencia de plataforma política común, había sido la única que fundamentaba la unidad del 22 de marzo (de lo que es muestra la sigla, simple referencia a una acción ejemplar) mantenida como único cimento de unidad no bastaba ya.

La acción directa que era la regla del 22 de marzo en sus comienzos era mal comprendida, siendo el terreno favorito de las operaciones demagógicas. Mientras que el trabajo había comenzado en Nanterre por comisiones de 25 miembros, las asambleas generales y los grandes mítines aclamatorios sustituían a las estructuras de base. La base izquierdista tenía la audiencia y el favor de un público no militante venido al espectáculo y admirado por lo nuevo. Esa solo era la caricatura de la democracia directa donde proliferaban las burocracias espontáneas, donde ni responsabilidad ni revocabilidad eran regla. Oscilando entre el grupo de vanguardia y el movimiento de masas sin escoger, el 22 de mazo giraba en el campo de las maniobras burocráticas.

El fenómeno tiene antecedentes. Kravetz señalaba haciendo el balance del Frente Universitario Antifascista: “A partir del momento en que las decisiones de tipo público debían primar sobre las iniciativas prácticas cotidianas, en que la táctica antifascista debía inscribirse en el seno de una estrategia anti-gaullista, el movimiento inicial (FUA) no podía más que burocratizarse o más exactamente catalizarse” 48. No se podía ser más lúcido y la analogía es sorprendente. Por desgracia para Kravetz, éste no supo sacar las consecuencias políticas de su lucidez. Habiendo preferido antes la aristocracia efímera del movimiento estudiantil a la exigencia organizativa, cuando el problema del desbordamiento del 22 de Marzo se planteó en los mismos términos que los avanzados por el FUA, prefirió esperar un milagro, un recurso que ponga en vereda a todos los que habían perdido el tren rechazando la batalla organizativa… En vano: la realidad política no cede a los caprichos del humor estudiantil.

Cuando se planteé hacia el 2 de junio del 68, a propósito de la firma de un panfleto, el problema de la disolución del 22 de Marzo en un movimiento más amplio de los CA, la negativa de la mayoría del 22 de Marzo deseosa de mantener su propia firma significaba su incomprensión y su propia condenación. Lo cual fue reconocido posteriormente por los autores de “Ce n’est qu’un début, continuons le combat”: “El problema de la firma era la defensa del 22 de marzo como depositario de la revolución. Todos los que han luchado a fondo por el mantenimiento de esta sigla pensaban que el movimiento del 22 de Marzo representa una forma específica de organización que no es ni una organización de vanguardia ni organización de masas, que es el tipo de organización adecuado para hacer la revolución en el momento actual. En lo cual se equivocan” 49. ¡Pues sí! Frente único coyuntural el movimiento estudiantil solo vive de actividad táctica, práctica, no puede sustituir a una vanguardia estratégica que no nace armada sino que se forja en la lucha rompiendo con el enraizamiento pequeño-burgués y accediendo a la teoría revolucionaria. Queriendo olvidar esto, el movimiento estudiantil tropieza, brinca de impaciencia y se muerde la cola.

c) La nostalgia del 22 de Marzo y la agonía de la UNEF

Habiendo comprendido que el medio estudiantil no es sindicalizable y que la UNEF no es un sindicato, era preciso lógicamente desembarazarse de los atributos sindicales de la UNEF. En primer lugar, romper con el mito de la representatividad. Los órganos de lucha del movimiento estudiantil, sus responsables elegidos y revocables no son representativos de todos los estudiantes, del medio estudiantil: sólo representan a los estudiantes en lucha y sólo deben dar cuentas a los estudiantes organizadas en el movimiento, no a las asambleas generales convocadas por la facultad. Hay que aprender a distinguir la totalidad de los estudiantes (las asambleas generales) del movimiento estudiantil. Los proyectos gubernamentales van en el sentido de la representación estudiantil institucionalizada designada para el año por voto bajo presentación de la tarjeta de estudiante. Frente a esa política de participación es concebible que los militantes estudiantes no sean mayoritarios en las asambleas donde afluye la fauna de los estudiosos, de los apolíticos y revolucionarios. Hay que distinguir pues el medio estudiantil del movimiento estudiantil. Es posible que en una batalla coyuntural el movimiento tenga el apoyo de la mayoría del medio. Pero ese apoyo no puede ser permanente. Sería pues absurdo para el movimiento ligarse con una disciplina hacia el medio, ligar su destinó a las fluctuaciones políticas de las asambleas generales “democráticas” que sólo son un conglomerado de individuos aislados, no informados y maleables.

En segundo lugar, había que romper también con el mito de un sindicalismo constructivo. Después de Mayo 68, la prensa burguesa lamentaba el tiempo venturoso en que el movimiento estudiantil aportaba su piedra al edificio universitario, contribuyendo a su renovación con gran cantidad de propuestas constructivas. Sobre este punto hay que ser claro y no caer en la metafísica de las consignas una consigna no es reformista o revolucionaria por sí misma esa querella de ideas puras ha sido antaño el placer del movimiento estudiantil. El único criterio es el de saber si una consigna, una lucha, modifica realmente la relación de fuerzas a nuestro favor y la acerca al punto de ruptura revolucionaria. Hay consignas “constructivas” avanzadas desde hace años por el movimiento estudiantil y nunca satisfechas porque no representaban más que una alternativa verbal a la política gubernamental. Esos mismos objetivos (sobre la pedagogía, el contenido de los cursos) han sido parcial y temporalmente alcanzados como residuos de la lucha revolucionaria le Mayo 68, aunque no figuraran entonces en el programa. Lo que nos importa, no es el rechazo de las victorias parciales, atacadas de reformistas, sino su valor educativo para el movimiento: hecha la prueba de que se trata de conquistas obtenidas por la fuerza, guardadas estrictamente bajo el control del movimiento estudiantil, conservadas tanto tiempo como esté movilizado, y que serían desnaturalizadas y recuperadas desde el momento en que la relación de fuerzas se degrade nuevamente en favor de la burguesía. Incluso una simple vistoria sobre el aumento de los tickets universitarios, puede en ese sentido constituir un paso adelante…

Pero de-sindicalizar, es romper con la ilusión del sindicalismo en la que había vivido el movimiento, es hacer superfluo e irrisorio su mimetismo con el sindicalismo obrero. Quedando el espacio vacío, había que llenarlo uniendo el movimiento de base de los comités de acción nacido en mayo con la fachada la UNEF. La operación podía como mucho triunfar en el congreso de la UNEF en Marsella en diciembre del 68. Después era demasiado tarde.

De todas maneras las posibilidades de éxitos seguían siendo mínimas y la resistencia de una parte y de otra demasiado fuertes. Por parte de la UNEF, una vez perdida la coartada sindical, el viejo aparato se vaciaba de todo contenido militante en beneficio de los comités de acción, no conservando más que un aparato y un personal gestor, real esqueleto de la UNEF, sobre el cual se había centrado la clave de los debates políticos. Por parte de los comités de acción, el antiautoritarismo – como ideología había resucitado el federalismo como práctica, cuando no el feudalismo de los señoríos estudiantiles locales, reticentes y hostiles a toda iniciativa nacional concertada, y negándose a hacer una campaña nacional contra la participación. Ese doble rechazo de la UNEF y de los CA ante la reunificación del movimiento estudiantil, llevaba en él su degeneración respectiva. Y ese rechazo era previsible.

En ausencia de tutor estratégico representado por una vanguardia sólida ya enraizada en medio obrero, semejante proyecto sobrepasaba la comprensión limitada de la ideología estudiantil. Privadd de ese tutor, el movimiento cae en las escaramuzas tácticas 50 parciales, puntuales, en disolución, en el tiempo y en el espacio (regionalismo). El movimiento estudiantil italiano ha lanzado más lejos todavía la feudalización del movimiento consecutiva a ese estallido. No se distingue allí ni siquiera corno en Francia corrientes políticas nacionales, siendo unos hegemónicos en un lado y otros en el resto. Sólo se conocen escuelas políticas propias a cada facultad (Roma, Trento, Florencia, Pisa, Milán, etc.).

Pero la negación política del movimiento estudiantil no sabría detenerse con el rechazo de su unificación. Después de haber negado la centralización como burocrática, se llega a negar igualmente la democracia de base en nombre de la cual se combatía la centralización. La huelga activa de las facultades parisinas en Marzo 1969 contra la represión debía ser la ocasión para el movimiento estudiantil de reanudar con el medio de enraizarse en él y de sembrarlo políticamente, solamente así pudiendo esperar desarrollar las luchas de masas que tuvieran un sentido ante los militantes obreros. En lugar de eso, la huelga activa, lejos de organizarse en la base ligándose a la realidad del medio, vivió en asambleas generales, evitó el debate político del medio al movimiento negándose a la organización del movimiento con el pretexto de respetar la del medio.

Cada día comenzaba por una asamblea general pasiva, confusa y aclamativa y las reuniones de CA no eran más que pedazos de AG sin ligazón con el medio, sin realidad militante. Allí donde el trabajo de politización y de información del medio fue hecho, llevado de manera reducida, la movilización se desarrolló, hizo balancear a una parte del cuerpo profesoral al lado de los estudiantes y culminó con la ocupación de la Sorbona por 300 profesores.

Una vez más la huelga fue comprendida como una simple ocasión de politización y no lo suficiente como un combate a ganar. La voluntad de mantener las acciones sólo al nivel ideológico mostraba la incomprensión del papel jugado por las iniciativas centrales en la creación de la relación de fuerzas. Rechazando la centralización, la huelga activa tenía que convertirse en un rompecabezas esparcido. De medios eficaces de movilización en profundidad, se transformaba en encantamiento mágico; de método coyuntural de lucha, se convirtió en panacea universal. La desorganización le impedía vivir, por lo que va desapareciendo.

A partir de un determinado límite las formas de organización espontáneas, del movimiento no le bastan ya; nuevas formas de organización de vanguardia habiendo roto con las desviaciones del movimiento, se han atrasado en relación a él. En ese periodo el movimiento se estanca y se carteliza, se cristaliza a través de organizaciones de vanguardia, se descompone en tantas corrientes como organizaciones hay. Las manifestaciones no son ya manifestaciones del movimiento estudiantil sino manifestaciones de organizaciones revolucionarias agrupando en torno a sus consignas y tras sus pancartas su audiencia de masas (cf. el 11 de marzo en París). Sin embargo, entre esas organizaciones de vanguardia algunas no llegan a sobrepasar al grupo estudiantil mientras que otras operan la mutación que les permite reconstituir el movimiento estudiantil pero a un nivel superior, en torno a sus iniciativas. Mientras tanto, la cartelización es lo normal y el ejemplo de la disolución del Zengakuren es su ilustración más convincente.

Pero a medida que la organización revolucionaria emerge y demuestra su aptitud para jugar el papel de dirección política, la delimitación se realiza. Por haberse negado a organizar el movimiento, los espontaneistas están desarmados ante la represión burguesa. Incapaces de organizar una manifestación clandestina (que para tener éxito ha de ser articulada en una red de células disciplinadas, de contactos seguros) son incapaces de esquivar los golpes, de evitar el enfrentamiento, de “ceder espacio pan ganar tiempo”. Como un toro cabezudo, vienen a caer en la boca del lobo. No teniendo los tedios de organizar nada, su único recurso es el llamamiento a las masas. Llaman a las masas a la Gare de l’Est para impedir la salida de los incorporados, a Belleville para el 1 de mayo y cada vez caen en la ratonera; 700 detenciones con la idea reforzada de la eficacia de las fuerzas del orden y de la catástrofe inevitable en una situación más tensa.

En lugar de eso, la organización revolucionan hace pacientemente sus pruebas, recupera la confianza: 5.000 manifestantes reunidos en apoyo a Méjico en el mes de septiembre ante las barbas de los polis; manifestación contra el cuartel Reuilly-Diderot; manifestación contra Nixon; manifestación contra Makarezos ; cortejo del 1 de marzo. A través de esos triunfos se reconstruye un movimiento estudiantil directamente bajo el impulso de la vanguardia. Mientras que el movimiento estudiantil paralizado, dedicado a imitar sus fantasmas de mayo sirve de repelente al medio, la vanguardia recupera la audiencia del medio para resucitar al movimiento estudiantil en estructuras organizativas primero coyunturales y formando progresivamente parte de la constitución de un movimiento de la juventud.

Tanto como en los modos de politización, la realidad política del movimiento estudiantil se percibe en sus formas organizativas. Su agonía y su remodelación jalonan la trayectoria del movimiento estudiantil determinada por el auge del movimiento obrero y la emergencia de la vanguardia. No comprender ese proceso es hablar de una abstracción creyendo hablar del movimiento, es recurrir al verbo religioso creyendo formular consignas políticas.

Conclusión

El movimiento estudiantil no es una buena ganga ofrecida a la vanguardia revolucionaria sino una prueba que tiene que afrontar. No puede contentarse en constatar la aparición de una fuerza política vigorosa y poderosa, en proponerle consignas más o menos justas con serenidad, y en utilizarlo como un vivero de reclutamiento. El movimiento estudiantil es una realidad forzosa que, ciertamente alimenta a la vanguardia renaciente de cuadros revolucionarios, les da fuerzas militantes para emprender un trabajo en dirección de las empresas, pero es también una realidad específica que por su potencia y por su carácter de masas modifica fundamentalmente la relación de fuerzas entre los núcleos y vanguardia y el Estado burgués, entre estos mismos núcleos y la burocracia estalinista.

Para que el movimiento estudiantil juegue ese papel decisivo en la evolución de la relación de fuerzas, la vanguardia no debe conservar conservar hacia él una actitud de prudente exterioridad garantizándole contra todo contagio ideológico. Debe, por el contrario, correr el riesgo de abarcar el movimiento estudiantil para educarlo, y sumir sus formas de organización para intentar organizarlo. Tiene que cogerlo por el medio del cuerpo, insertarse parcialmente en él para salir luego fortificada… o continua en él ahogada. Este es el riesgo. Vale la pena correrlo.

La vía de construcción del partido revolucionario no es más limpia que la de la revolución. No se construye a base de principios. Los principios dejados a si mismos están al margen de la estrategia y de la táctica, es decir al margen de la práctica; y la práctica revolucionaria, la politice es por definición peligrosa. La tentación del conservatismo de organización, de la burocracia, es una amenaza permanente para la organización revolucionaria que soló la resiste a base de una vigilancia política permanente, una lucha política permanente en sus propias filas.

Se puede evitar todo riesgo continuado como grupo propagandista, sentado prudentemente en el promontorio de las adquisiciones teóricas. Nos podemos perder con ello rompiendo la amarra de esas adquisiciones. Sin embargo, eso es lo que hay que saltar: bien oponer a los burócratas obreros sólidamente implantados las fuerzas famélicas y mártires de una vanguardia infatigable; o bien dejar actuar a la tropa impetuosa pero caótica del movimiento estudiantil. Es una dura prueba, pero es por ahí por donde pasa frecuentemente en Europa occidental la resurrección de la vanguardia revolucionaria, la creación de una relación de fuerzas que le permita romper el monopolio de los burócratas sobre la clase obrera. En este camino ha habido algunos naufragios, pero también aciertos y uno es el de la Ligue.

Si esto es cierto para los países capitalistas avanzados lo es también parcialmente en las democracias populares donde los estudiantes (Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia) son a menudo los primeros en luchar por la reconquista de la democracia obrera para sacudir el yugo burocrático y tomar uno de los primeros puestos, en el campo de la revolución política. Es igualmente cierto en algunos países coloniales donde el movimiento estudiantil asume conjuntamente el papel de la intelectualidad de los países coloniales en la lucha antiimperialista y el papel del movimiento estudiantil de masas en los países capitalistas avanzados.

El movimiento estudiantil ha puesto a prueba a las organizaciones revolucionarias nacientes las ha obligado a saber adaptarse a una realidad política viva y compleja, a saber comprenderla y animarla siguiendo firmemente amarrados al muelle de la teoría y de la estrategia marxista-revolucionaria. Las organizaciones que pasaran vigorosamente esa prueba práctica primera habrán dado un paso importante hacia la construcción del partido y de la Internacional revolucionaria que necesitamos.

Agosto de 1969

Anexo I: Avant-Garde Jeunesse, n° 12, 10 de abril de 1968, Órgano de la Juventud Comunista Revolucionaria.

Nanterre: de la contestación de la universidad capitalista
a la contestación de la sociedad capitalista

De la revuelta…

Sin tomar mecánicamente el origen de un fenómeno por su causa, es sin embargo. evidente que no se pueden explicar los recientes acontecimientos de Nanterre sin hacer referencia a la “gran huelga de Noviembre”. No porque estuviera inevitablemente llena de desarrollos ulteriores, sino porque determinaba un punto sin vuelta atrás del que dependía toda nueva posibilidad de lucha.

La escalada reivindicativa

Educados en los esquemas y en el vocabulario estalinistas, apresurados a calcar las luchas estudiantiles de las luchas obreras (¿para mejor justificar sus pretensiones al papel de vanguardia?son muchos los militantes (CLER, UEC, ESU) que hablan de huelga y de lucha sindical de los estudiantes por deseo de identificación más que por preocupación de análisis. Sería más justo decir que en noviembre, durante diez dias, diez mil estudiantes no han asistido a las clases, para profundizar su movimiento reivindicativo y darle, las formas organizativas necesarias. En efecto la UNEF, que no ha tenido tiempo, desde la reciente creación de la facultad, de ser reconocida y de adquirir una real audiencia en Nanterre, fue rápidamente sumergida. Esta movilización de masas sin igual en Francia, después de la paciente elaboración de las consignas y reivindicaciones (sobre las equivalencias, el encuadramiento pedagógico, el control de asistencia, las exigencias en materia de formación) planteaba el delicado problema de la organización. Para resolverlos, se constituían a nivel de departamentos comités paritarios de estudiantes-profesores y a nivel de la facultad un comité de huelga agrupando sindicados y no sindicados. Algunos de los profesores más avanzados pensaban hacer de esos comités instancias de integración susceptibles de diluir el movimiento.

Tenia que haber además algo que negociar. Pero carente de poder y de medios, cada responsable sólo podía refugiarse detrás de su superior jerárquico. La escalada reivindicativa debía pasar pues por el consejo de depertamento, el consejo de facultad, el decano para volver a morir sin aliento contra todo el poderoso ministerio, atrincherado fuera del alcance del ghetto nanterres.

… Y sus lecciones

Desde ese momento una simple lógica de buen sentido, aun aristotélica, escolástica, universitaria y no dialéctica permitía sacar dos grandes lecciones del asunto.

1. El movimiento reivindicativo se había atascado después de haber obtenido satisfacción en puntos menores. Argumentando a base de estadísticas oficiales, de imperativos a corto plazo de la economía, de gallo de combate, de V Plan, y de ordenes, el ministerio – el Estado – profería una negativa en lo esencial. De ello los más listos deducían que el problema era “en última instancia un problema político el de la elección (por la burguesía) de los objetivos de la economía (capitalista) a los cuales debía subordinarse la universidad.

Desde ese momento, o bien nos inclinábamos ante la argumentación “razonable” del ministro y muchos estudiantes viendo en él “sus intereses bien comprendidos” lo hicieron o bien rehusábamos los principios últimos (el beneficio capitalista) que nos eran impuestos y rumíabamos los medios a darse para llevar conscientemente adelante la lucha en el terreno político donde se situa con toda evidencia.

2. Ahí aparece la segunda lección de esa huelga. Llevar la lucha política contra las prioridades capitalistas del gobierno significa en principio llevar la lucha junto a la fuerza realmente interesada y decidida al derrocamiento del sistema: la clase obrera. Pero, de memoria marxista-leninista, la clase obrera como tal no está decidida a llevar la lucha hasta el fin. Es al contrario espontáneamente reformista y tradeunionista Su lucha económica contra el patrón no es siquiera la lucha de clases. La lucha de los obreros no se convierte en lucha de clases, más que cuando, unificada y dirigida por una vanguardia revolucionaria, ataca a la burguesía en su conjunto, a la burguesía como clase51.

Ahora bien, las direcciones obreras hasta ahora reconocidas por las masas, a pesar de las incertidumbres como la de Caen, no quieren el derrocamiento del sistema. Y lo han probado además en el momento de la huelga de Nanterre (véase el articulo sobre el 13 de diciembre en A’G’J’ n° 9). No sabríamos responder al problema poniendo una oreja de pequeño-burgués culpabilizado en el abdomen de una clase obrera ventrílocua para escuchar parlotear la conciencia de clase por fin liberada de los mandamás sindicales de lengua insultante. Oiremos todo lo más las aspiraciones económicas de elementos atomizados de la clase obrera podremos constatar su combatividad el problema de la unión entre las luchas estudiantiles y las luchas obreras seguirá igual.

Entre el callejón sin salida y el circulo vicioso

En efecto, ahí reside para las vanguardias estudiantiles separadas del proletariado el doloroso problema: para destruir la universidad burguesa hay que luchar junto a las organizaciones obreras contra la sociedad capitalista en su conjunto; pero las organizaciones obreras… etc. Las lecciones de la huelga proporcionaban un abanico de posibilidades.

a) o bien la UEC es lo bastante fuerte para tomar la cabeza de las luchas estudiantiles y reintegrarlas en el seno de las fuerzas democráticas. Pero la UEC…

b) o bien las direcciones obreras se vuelven súbitamente revolucionarias y reconocen a las vanguardias estudiantiles como interlocutoras. Lo cual es desmentido por el menor análisis.

c) o bien, fieles a la línea teóricamente justa, y contando con el empuje de las luchas obreras, los militantes de vanguardia en la universidad intentan poner en práctica (dentro del débil margen de maniobra de que ellos disponen) el intersindicalismo a partir de temas convergentes, tales corno el rechazo de la rentabilidad capitalista de la universidad, el derecho a una formación polivalente y compleja, etc.

d) o bien el movimiento estudiantil se desarrolla según su propia dinámica de contestación de la universidad burguesa y de la sociedad capitalista, corriendo el riesgo de aislarse de las “masas” del “pueblo” o de las “capas trabajadoras” y de sus organizaciones.

Así planteado, el problema era doloroso sin contar con que los militantes, incluso de vanguardia, no dominan todos los datos hasta el punto de poder escoger serenamente la solución deseada. Sucede en estos tiempos de lenta gestación y de difícil alumbramiento que los hechos, que tienen desde hace tiempo ya la cabeza dura, les ayudan a decidirse.

A la revolución…

De la movilización…

El reflujo no les alcanza a todos. Y los militantes que nacidos de la huelga sobrevivieron, se planteaban conscientemente o no estas preguntas, deseosos como estaban de asegurar la continuidad del movimiento. Como un fuego que se incuba y aflora siempre en algún sitio, el segundo trimestre del año universitario fue constantemente salpicado de escaramuzas benignas. La espectacular bajada de dos vagones de “argoisins” que vinieron a ilustrar personalmente y con uniforme el concepto de represión policiaca es muestra de ello.

Es sin embargo la detención de X. Langlade y de varios militantes de CVN que hizo surgir a la luz del día el proceso oculto. El 22 de Marzo, para exigir la liberación inmediata de Langalde, se ampararon los militantes de la radio central de la facultad, pintando eslogans sobre los muros interiores, organizaron varios mitines en los halls y terminaron por ocupar en la noche la sala del consejo de facultad. Durante esta ocupación los 150 participantes votaban una jornada de acción para el viernes 29 consistente en reemplazar los cursos por los debates siguientes:

– las luchas antiimperialistas,
– luchas estudiantiles – luchas obreras,
– luchas estudiantiles en las democracias populares,
– universidad, universidad crítica.

El jueves 28, cuando la preparación del día siguiente marchaba bien, el decano anunciaba solemnemente por el micro la supresión de los cursos durante dos días. Enseguida se tenía un miting espontáneo donde los residentes, que habían abolido de hecho desde hacia más de un mes el reglamento interior de la ciudad universitaria ponían sus locales a la disposición del movimiento para que tuviera lugar la jornada de debates prevista. El Viernes 29, 500 estudiantes participaban a estos debates en un campos desierto, custodiados por dos columnas de CRS, que durante varios dias, con el chaquetón desabrochado, jugaban a las cartas en sus camionetas blindadas.

Esta jornada era ya un éxito, probando que los agitadores no estaban tan aislados como la hacían creer. Es más, el tono político de las discusiones revelaba una politización que ninguna estructura existente había hasta ese momento permitido expresarse. Pero el objetivo no se había conseguido todavía: tener una jornada de debates en las condicones normales de la facultad. De aquí la organización de una nueva jornada, el martes 2 de abril, que veía desde las diez de la mañana reunidos en un anfiteatro 1.200 estudiantes, acompasando “Che, Che Guevara” y “Hn Ho Ho Chi minh” dispuestos a defender su jornada contra la policía, los fascistas y la administración.

Así se resumen los acontecimientos desprendidos, por desgracia, de todo su decorado y de sus anécdotas que le dan animación y subrayan su alcance político.

…a sus consecuencias

El resultado inmediato de esa movilización es la instauración de hecho, gracias al establecimiento de una relación de fuerzas, de la libertad de expresión política en el seno de la facultad… “Excepto para los que apoyan los americanos en Vietnam”. El decano Grappin, tolerando así la expresión política, creó un precedente de importancia nacional, pudiendo estimular la ofensiva de los estudiantes sobre ese tema.

El movimiento de Nanterre ha conseguido una victoria con respecto al objetivo que se había fijado. Pero los acontecimientos de Nanterre esbozan unas consecuencias que van mucho más allá para el conjunto del movimiento estudiantil. Mientras que en Alemania el SDS representa una corriente política de masas a través de la cual tienden a diferenciarse familias políticas, en Francia las familias políticas están ya estructuradas y se neutralizan en el tablero de la UNEF transformando cada asamblea en interminable sesión de radio por donde desfilan los representantes de todos los grupos.

En Nanterre en el momento actual tiende a constituirse una corriente de masas en la cual participan numerosos elementos desorganizados y determinados grupos (“anarquistas” y JCR sobre todo) a costa de concesiones reciprocas y en base a una experiencia política común que sirve de punto de partida al debate, sin que el acuerdo sobre una “línea” sea algo previo a la acción. En este movimiento los militantes sacan la experiencia de la democracia directa, los “desorganizados” censuran el enfrentamiento intergrupuscular habitual de tal forma que se produce una descongelación de las fronteras entre grupos y sobre todo una extensión de la esfera de influencia de los militantes de vanguardia.

Este movimiento no puede, durante cierto tiempo, tener “línea ni dirección. No puede haber dirección porque no está estructurado (la estructuración se inicia en base a comisiones y subcomisiones), porque la dirección no podría dar actualmente más que la emanación de un cartel de grupos o de un grupo hegemónico, lo que en los dos casos supondría deshacer el movimiento por exclusión de los desorganizados, pronto desengañados. Semejante movimiento de masas no puede tener “linea” porque se apoya en un mínimo de principios y referencias comunes que emergen lentamente de los debates en comisiones sin que ninguna de las lineas concurrentes pueda imponerse en su totalidad.

Los estudiantes de Nanterre han resuelto. a su manera los problemas del movimiento estudiantil haciendo surgir una corriente política de izquierda y experimentando formas de movilización inéditas en Francia.

Esperemos que esa conquista política y organizativa, reforzada en la entrada del 68 por un aflujo de liceanos ya aguerridos por sus luchas y fomentado por las condiciones catastróficas del futuro comienzo de curso, nos prometa jornada explosivas. Queda por saber si ese fenómeno es aberrante qon respecto a las normas leninistas en vigor o si la situación nacional o internacional en la cual se halla permite comprender y afinar nuestros criterios.

El sentido de la historia

Si queremos juzgar el interés y el alcance de semejante movimiento, no hay más que dos ángulos posibles : en cuanto a su contenido y en cuanto a sus perspectivas.

En cuanto al contenido, desde sus primeros balbuceos, el movimiento de Nanterre ha puesto las cosas en su punto. No se trata de declarar que la clase, obrera no existe ya, de hacer de la universidad el campo cerrado de la lucha de clases en forma de un conflicto profesor-alumnos, de establecer con el pretexto de universidad critica una contra-universidad socialista alternativa a la universidad burguesa. “La universidad critica” en cuestión no es una institución sino un proceso permanente de contestación según el principio: “De la contestación de la universidad de clase a la contestación de la sociedad capitalista”. Está pues claro ante los ojos de los estudiantes en lucha que no transformarán la universidad, que solo puede ser efectivamente puesta en cuestión por la transformación de la sociedad en su conjunto, gracias a la acción revolucionaria de la clase obrera.

El movimiento actual es pues un movimiento internacionalista (los debates sobre el Vietnam y América Latina, las mociones de apoyo a los guadalupeños y a los estudiantes polacos lo demuestran) y anticapitalista consciente del papel histórico de la clase obrera. Teniendo en cuenta esos datos, ese movimiento debería en principio incorporarse a las luchas de la clase obrera bajo la dirección de un partido revolucionario. Pero cuando ese partido no existe y cuando un partido socialdemocratizado pero fuerte guarda la confianza de la clase obrera y sigue siendo su único portavoz ¿que puede ese movimiento? ¿Someterse o hundirse?

Escoger una de las dos respuestas sería aceptar responder al problema en los términos legados por el PC. La imagen de una capa pequeño-burguesa indecisa que ha de escoger entre la burguesía y el proletariado es aquí insuficiente.

No comprendemos el estalinismo como un fenómeno cuyas consecuencias no actúan más que en los limites de las organizaciones estalinistas. Si es verdad que desde hace tiempo las condiciones objetivas de la revolución han madurado, si es verdad que la clase obrera es la única clase que, dirigida por un partido revolucionario, puede resolver las contradicciones del capitalismo y del imperialismo por una transformación radical de la sociedad ‘a escala mundial, entonces la capacidad o incapacidad de sus direcciones para resolver sus contradicciones determina el conjunto de la sociedad.

El estalinismo ha aplastado durante cuarenta años en el plano teórico e idelógico a la clase obrera y a sus aliados posibles.

Actualmente el auge de la revolución mundial encarnada por la revolución vietnamita, las posiciones revolucionarias de los cubanos y las dificultades de las democracias populares, la inestabilidad del capitalismo occidental exacerban las tensiones en el seno del movimiento estalinista y sus descendientes. Es normal en esa situación que el dominio ideológico del estalinismo sea destruido en sus eslabones más débiles. Y el movimiento estudiantil, en razón de la movilidad de sus militantes, de su posición particular (desligados de su clase de origen y todavía no integrados en su futura clase), de la fluidez de sus organizaciones, es uno de los eslabones privilegiados, uno de esos puntos de desequilibrio donde la sociedad capitalista y el movimiento estalinista son conjuntamente rechazados. La experiencia del FUA lo dejaba suponer.

Actualmente el auge internacional de los movimientos estudiantiles lo confirma. Partiendo de puntos diferentes (movimientos pacifistas en Inglaterra y Estados Unidos, escisiones en la social-democracia en Alemania y en Bélgica, ruptura con el estalinismo en Italia, en Japón o en Francia) esos movimientos unificados en alguna manera por el problema vietnamita toman una amplitud que el simple contagio no sabría explicar. Los que ignoran el lugar particular que puede ocupar coyunturalmente ese movimiento estudiantil están encerrados en la incomprensión: así en Nanterre la UJCML que caracteriza el movimiento como “en un cien por cien reaccionario por no estar situado balo la dirección de los trabajadores” y el CLER que se coge a contra-corriente al tema de la reconstrucción a toda costa de una UNEF concebida según el modelo de sindicato obrero.

En el çontexto particular de la crisis del estalinismo, el movimiento estudiantil, además de su papel educativo para los militantes que participan en él, tiene su valor propio. Tiene consecuencias en el conjunto de las fuerzas políticas (cf. las crisis abiertas en Alemania e Italia por las luchas estudiantiles). Hay que comprender que en el momento en que los fundamentos del estalinismo están socavados, no se sabe de donde vendrán las chispas que pueden desencadenar no una revolución sino acelerar el proceso de reconstrucción de partidos revolucionarios. Seguramente las luchas estudiantiles que ponen en movimiento a masas particularmente combativas no deben ser consideradas como una agitación desesperada, sino como una de esas chispas.

A través de sus luchas los estudiantes comprenden la necesidad de un partido y crean por la movilización real los lugares de unión con las luchas obreras.

Anexo II : Avant-garde jeunesse, n° 13, 15 de mayo 1968, Organo de la Juventud Comunista Revolucionaria.

I. Luchas estudiantiles – luchas obreras

1. El papel historico del proletariado

En Francia el movimiento estudiantil ha dado pruebas de una madurez política probablemente superior a la de los movimientos italiano y alemán. Su confrontación con el movimiento obrero profundamente enraizado y fuertemente estructurado, contribuye a explicarlo. Aquí, en contra del criterio del Nouvel Observateur, la ideología marcussiana solo juega un papel secundario; los militantes, de vanguardia reconocen, casi unánimemente, el papel histórico de la clase obrera tal cual lo analiza lateoria marxista.

Pero hoy esta comprensión sobrepasa ampliamente el círculo restringido de los militantes políticos. Las masas estudiantiles a través de su experiencia concreta han explotado los limites y el horizonte de su acción. Cuando la huelga reivindicativa de Nanterre, comprendieron que sus deseos solo podían ser satisfechos si eran tenidos en cuenta por un aliado poderoso. Cuando las luchas en plena calle y las barricadas descubrieron que su lucha contra el estado burgués y sus fuerzas de represión solo podían ser bien llevadas si se les unía una fuerza política capaz de resolver el conjunto de las contradicciones capitalistas. De ahora en adelante el papel histórico del proletariado ya no es una simple abstracción conceptual sino una necesidad prácticamente probada.

Para operar esta unión entre las luchas de los estudiantes y las luchas obreras existe una solución históricamente probada la unión, dentro de un partido revolucionario, de los militantes de vanguardia sin distinción de origen social; en este partido “debe borrarse toda distinción entre obreros e intelectuales” (Lenin). Y la mayoría de los estudiantes que animan las luchas coinciden en decir que su sitio estaría en este partido, si existiese.

Pero hoy, que los grandes partidos obreros ya no tienen nada de revolucionarios ¿hay que contentarse que la base sana por definición, se despoje de los burócratas y mientras tanto formar friamente teóricos de élite que no luchan? Numerosos grupos y grupúsculos y partículas se han volcado en este problema.

II. Los parasitos y los serviles

La originalidad del movimiento actual reside en que tiende a resolver este problema antes insuperable. Para salir del carril los militantes de vanguardia han tenido que desechar por inoperantes varias actitudes de tal o cual grupo.

1. El parasitismo político

En ausencia de luchas de masa, una organización estudiantil, el CLER (hoy trasformada en FER) se había especializado en el capricho político presentado bajo forma de mociones y objetivos. En lineas generales Se trataba de intimidar a las organizaciones sindicales y políticas “objetivamente traidoras a los intereses de clase”. “¿Están a favor de los comités de huelga?” a favor de la “manifestación central”.

Y si la respuesta (a menudo previsible) era no, se denunciaba a los burócratas. Sobre la base de estas denuncias sucesivas, aun es posible reclutar algún elemento descontento o amargado, es decir, nutrirse de residuos de las luchas de los otros. (Lo que explica en cierto modo la mediocridad del reclutamiento del CLER). Es lo que se llama parasitismo político: alimentarse por un proceso de denuncia, escalada que solo puede existir con relación a otros, en detrimento de la iniciativa política propia.

Pero se trataba simplemente de un movimiento decadente cuya supervivencia estaba ligada al estancamiento de las luchas. En cuanto la historia se inicia, esos elementos se alejan. De esta manera abandonaron las barricadas que juzgaron criminales y aventureras.

También es interesante para nosotros el razonamiento expresado por la fórmula.

2. “Servir al pueblo”

Puesto que se trata de gentes que se consideran marxistas-leninistas, nos referimos, sin dogmatismos a Lenin. La referencia no es aquí un simple procedimiento escotástico, está justificada por la propia situación. Durante los años 1898-1902 no existe en Rusia ningún partido revolucionario. Luchando contra diversas corrientes del movimiento obrero, Lenin trabaja en su construcción. También entonces, florecían los grupúsculos, con sus variantes reformistas, populistas, economicistas. No es de extrañar que hoy dada la social-democratización política y organizativa del PC, se vea resurgir toda una gama diversificada de grupos que a veces repiten, con algunas variantes, los acontecimientos de antaño.

Es necesario, dicen nuestros camaradas ML, ponerse al servicio del pueblo, colocarse bajo la autoridad de los trabajadores, sin este el movimiento estudiantil es reaccionario. Pero ¿quien determina la autoridad de los trabajadores? no son, y todos se reconcilian en este punto, sus organizaciones (léase revisionistas). Entonces se trataría del problema individual que se encuentra entre los parados o a la salida de la fábrica.

Para un leninista, bien entendido, y no bien recopiado, tal actitud es mostruosa. Se sabe que el obrero atomizado, aislado, no es el portador de conciencia de clase, es todo lo más portador de intereses limitados, parcelarios, coorporativistas de una fracción particular del proletariado. La conciencia de clase no es algo espontáneo o inmanente al proletariado: no puede venirle más que “de fuera”. “La historia de todos los países atestigua que la clase obrera por si misma, solo puede llegar a la conciencia trade-unionista (…) Y la política trade-unionista es la política burguesa de la clase obrera” (Lenin).

Todos los que creen que el movimiento obrero es capaz por si mismo de elaborar una ideología independiente, están equivocados afirma igualmente Lenin. Puesto que el socialismo y la lucha de clases surgen paralelamente y aquel no tiene su origen en esta. La conciencia socialista no puede nacer más que sobre la base de un profundo conocimiento científico del conjunto de la sociedad. El portador de la ciencia no es el proletariado, sino los intelectuales burgueses” (Lenin contestando a Kautsky). El desarrollo espontáneo del movimiento obrero conduce solamente a subordinarlo a la ideología burguesa: el “trade-unionismo” es la esclavitud ideológica de los obreros por la burguesía”.

De forma muy condensada Lenin antes del “qué hacer” desde los tres artículos de la Rabotchaïa Gazeta, planteaba la respuesta de fondo:

Qué es la lucha de clases? Cuando los obreros se enfrentan a su patrono el resultado no constituye más que un débil embrión. La lucha de los obreros no se convierte en lucha de clases más que cuando todos los representantes de la vanguardia de la clase obrera tienen conciencia de formar una sóla y misma clase y comienzan a actuar no contra el patrón en concreto, sino contra toda la clase capitalista y contra el gobierno que la sostiene. Toda lucha de clases es una lucha política. Seria erróneo entender estas palabras de Marx en el sentido de que toda acción de los obreros contra los capitalistas se convierte necesariamente en una acción política en la medida en que se transforma en lucha de clases”.

Afirmar simplemente hoy, que la misión de los estudiantes progresistas es la de ponerse al servicio de los trabajadores, es dar muestra de una incomprensión total del papel histórico y coyuntural del movimiento estudiantil. Ya en 1902 existían gentes que, decía Lenin “se arrodillan para contemplar religiosamente el trasera del proletariado ruso”. Apostamos que a nuestros mandarines enfermos de proletariado no encontrarán, después de 40 años de estalinismo, el trasero del proletariado francés más reluciente que el de su homólogo eslavo.

Contentarse con anunciar que el proletariado está resuelto a llevar hasta el fin la lucha, significa contentarse con una abstracción teórica allí precisamente donde hay un problema concreto que resolver, es tomar la política por un simple reflejo de la economía, es en suma relegar el marxismo al rango de un economicismo vulgar. Lo mismo que sería estúpido ponerse al servicio de los vietnamitas, porque ellos no pueden jugar en nuestro lugar las posibilidades de acción que son las nuestras, también seria criminal para las vanguardias el poner a los estudiantes al servicio de los trabajadores, en lugar de utilizar el movimiento estudiantil como un revelador político para la sociedad en general.

En la época del imperialismo, en todos los aspectos de la vida social, se acumulan materias inflamables y se crean numerosas causas de conflicto, de crisis y de agravación de la lucha de clases. Nosotros no sabemos, no podemos saber en esta masa de chispas que se esparcen por todas partes cual ser la que pueda encender la hoguera a favor de un despertar particular de las masas. Por esto debemos poner en acción los principios comunistas para preparar todos los terrenos, incluso los más antiguos, los más amorfos, los mas estériles en apariencia, sino no estaremos a la altura de nuestra misión, seremos exclusivistas, no utilizaremos todas las armas.”

III. De la teoria a la practica

Precisamente cuando el movimiento obrero se coloca en el terreno escogido por el régimen del General De Gaulle, al hacer de la clase obrera una simple fuerza de contestación, trasformando las manifestaciones en simples demostraciones, el movimiento estudiantil, por su lucha decidida, porque ha rechazado los métodos de los partidos tradicionales, ha puesto al gobierno y a la izquierda entre la espada y la pared, no verbalmente, sino en la realidad, en la calle y ante los ojos de todos. Movilizándose de manera independiente, corriendo el riesgo de aislarse de “la clase” ha suscitado los elementos reales de una unión: a través de las manifestaciones callejeras, las barricadas, las ocupaciones de facultades a las que han ido a luchar y a discutir los trabajadores, en número cada vez mayor. No ha sido ni con aparatos ni con individuos aislados a través de los que se ha operado la unión con la clase obrera, sino con los militantes de vanguardia de la clase obrera a través de la acción.

Por eso para nosotros la gran manifestación del 13 de mayo es un éxito. Los que tenían todavía puestas sus ilusiones en los aparatos políticos y sindicales pueden estar decepcionados, pero los que no tenían estas ilusiones pueden estar satisfechos. Imponiendo al Gobierno por un enfrentamiento callejero, una primera derrota importante hemos obligado a los sindicatos a organizar la movilización que ellos no habían querido o sabido organizar contra las ordenanzas. “Algo se mueve”, y esto es lo que importa. El millón de trabajadores que ha desfilado el 13 de mayo, aunque haya vuelto al redil no se ha movilizado sin resultados: Ha tomado conciencia de su fuerza, ha indicado su voluntad de expresarse, no considera a los estudiantes como izquierdistas rabiosos. Esto es la conquista.

En el momento actual considerando su acción, el movimiento estudiantil puede acelerar la crisis del régimen y de los partidos de izquierda. Ahora no luchamos por problemas limitados a terrenos universitarios, sino por la dimisión de Fouchet y Grimaud, es decir, contra el mismo estado gaullista. A largo plazo esta lucha recubre dos salidas posibles que desde ahora hay que tener presentes:

1. O bien una gradual fascistización del régimen, cuyas primicias hemos entrevisto estas últimas semanas. Y el peligro es considerable. En un contexto económico difícil, la eventualidad debe ser tomada en consideración, teniendo en cuenta además “que las fuerzas democráticas” no ofrecen ninguna alternativa, ni garantía política real.

2. O bien la llegada al poder de la izquierda unida. Pero entonces, el trio Waldec-Mollet-Mitterrand no llegará al poder como consecuencia de una simple operación parlamentaria, sino sobre la base de una movilización real de masas. Un régimen de tendencia reformista que llegue al poder en estas condiciones, no podrá a largo plazo, más que aumentar la separación respecto a los militantes obreros. Entonces podrán vislumbrarse mucho más claramente los diversos elementos constituyentes de un partido revolucionario (corriente de oposición en el PC, en los sindicatos obreros y de profesores, reagrupamientos de adultos, organización de jóvenes).

Estos son los resultados y las perspectivas ofrecidas por las luchas estudiantiles que, dirigidas por los militantes de vanguardia y concebidas no precisamente en un laboratorio, han liberado y desbloqueado la situación política. Desde ahora es posible la unión militante y no seguidista o parasitaria, con las luchas obreras.

NB : Todas las citas de Lenin estan sacadas de “Tres artículos a la Rabotchaia Gazeta” del “¿Que hacer?” y de “La enfermedad infantil del comunismo”. Han sido expuestas sin referencias de pagina para incitar a los aficionados a leer los textos íntegros.

Cahiers Rouge n° 12, ed. Maspero, Paris, 1969
www.danielbensaid.org

Documents joints

  1. Bourdieu-Passeron, Les Héritiers, pgs 39-40.
  2. Ver el cuaderno Rouge “Pedagogie et crise de la bourgeoisie”.
  3. “Privado de apoyos institucionales y de marco social, alejado cada vez más de las tradiciones desfasadas de la vida estudiantil, el medio estudiantil está quizás menos integrado hoy que nunca. No se observa en él ese juego de las oposiciones formales y lúdicas entre subgrupos que asegura un mínimo de integración en los conjuntos tan efímeros como artificiales como la población de un liceo o de una escuela: la distinción entre literario y científico, o, dentro de una misma facultad entre disciplinas diferentes y entre promociones sucesivas es totalmente administrativa, la antigüedad en la facultad o la inscripción para un certificado no determinaba más que categorías estadísticas.
    La ausencia de estereotipos recíprocos o de relaciones poco serias demuestra la falta de espíritu de cuerpo y sobre todo la escasez de intercambios y de contactos así también, más que argots verdaderos, sólo se encuentran mezclas de argots diversos, cogidos de diversos sitios e incapaces de definir, aunque solo fuera por exclusión, la pertenencia a un grupo. Por último, el conocimiento entre discípulos sigue siendo muy escaso. Es naturalmente entre los estudiantes más asiduos, y según parece, los más dependientes en relación a la enseñanza, que los intercambios son más frecuentes pero las únicas redes de conocimiento mutuo que tienen alguna continuidad o alguna consistencia son las que datan de tina escolaridad anterior o que se basan en lazos sociales exteriores, tales como el origen geográfico común, la afiliación política o religiosa y sobre todo la pertenencia a clases sociales más acomodadas.
    Más próximo del agregado sin consistencia que del grupo profesional, el medio estudiantil presentaría todos los síntomas de la anomia si los estudiantes sólo fueran estudiantes y si no estuvieran integrados a otros grupos (familia o partidos)” (Bourdieu y Passeron, Les Héritiers, pgs 58-60).
  4. Animadores del movimiento estudiantil francés en 1962-1965.
  5. Les Temps modernes, Abril 1965.
  6. Revue internationale du socialisme, n° 26-27, Junio 1968.
  7. Comité Vietnam Nacional.
  8. Vietnam Solidarity Campaign.
  9. Anti-War Movement.
  10. “La révolte des étudiants allemands”, pg 187 de la edición francesa.
  11. Movimiento estudiantil belga.
  12. Federación Nacional de Estudiantes de Francia.
  13. En 1956 ante la actitud descontenta de las celulas estudiantiles después del 20º Congreso y de Hungría, el Partido discolvió las células, creó la UEC, antesala de seguridad donde los estudiantes son controlados.
  14. Vease: “Le Manifeste de l’UNEF”.
  15. Les Temps modernes, 1965.
  16. Recordemos que ese tema está relacionado con el de la positividad proletaria definido en la misma época por L. Magri en “L’Alternative proletarienne”.
  17. FGEL: Grupo UNEF de la Sorbona (París).
  18. Les Temps modernes, 1965.
  19. Sería interesante estudiar las relaciones entre Althusser y Kant, y también las relaciones que mantienen sus discípulos con la nostalgia de la Razón Pura.
  20. Comité de coordinación de los estudiantes revolucionarios (lambristas).
  21. Federación de estudiantes revolucionarios cuyos principales dirigentes se encuentran hoy en la Alianza de Jóvenes por el Socialismo (Lambertistas).
  22. Les Temps modernes, Mayo 1965
  23. Desarrollo recogido de un comentario de Marx ou Crève sobre Balance y Perspectivas (revista de la célula Suresnes de la Ligue Communiste).
  24. Mao Tse Tung, Obras Escogidas, tomo 2, pg. 263, en francés.
  25. Revue internationale du socialisme, n° 26, pg 233.
  26. Unión de la Juventud Marxista-Leninista.
  27. Problèmes du mouvement étudiant, ed. Maspero.
  28. Vease Anexo 2.
  29. El 21 de Febrero y el 1 de Mayo 1969.
  30. Como titulaba un número de “Action”.
  31. Sacerdote rumano violentamente anti-comunista, autor de “La hora 25”. Incidente sucedido en Nanterre.
  32. Folleto de los CA Vincennes, ed. Maspero.
  33. Número 26-27, pg 198.
  34. Último aborto teórico de los mao-espontex, un gran paquete y una escasa tirada. El número 1 data de la primavera de 1969. Se espera el número 2.
  35. Véase anexo 2.
  36. Volveremos a ello en un próximo cuaderno Rouge: “A quoi pense Mao ?”.
  37. Collection Idées.
  38. Partisans n° 44, “Le complot internacional”.
  39. Les Temps modernes, 1965.
  40. Cf. Cahiers Rouge n° 6-7, 10-11.
  41. Harold Isaacs, Tragedie de la Révolution chinoise.
  42. Insistimos : políticamente. Se puede caracterizar una fuerza de dos maneras: sociológicamente, es decir por el origen social de sus miembros es la concepción que sigue el PF para condenar al movimiento estudiantil (hijos de papá). Políticamente. es lo que hacemos: el movimiento estudiantil es políticamente pequeño-burgués no porque esté compuesto de pequeño-burgueses sino porque es incapaz en tanto que movimiento de alcanzar una comprensión política otra que la de la pequeña burguesía, sin autonomía política ni independencia organizativa. Véase la caracterización política del pequeño-burgués por Marx en el 18 Brumario.
  43. Esa concepción es la seguida por la Alliance Marxiste Révolutionnaire en su boletín sobre los Comités de Acción de Liceo.
  44. Kravetz, Les Temps modernes, 1964, pg 1453
  45. Rouge n° 3.
  46. Rouge n° 5.
  47. Vease anexo n° 2.
  48. Kravetz, Les Temps modernes, 1964, p. 1452.
  49. Ediciones Maspero, Cahiers libres 124.
  50. Y ni siquiera táctica pues una táctica remitiría al menos a una estrategia implícita mientras que la práctica del movimiento estudiantil afirma la plenitud y la autosuficiencia de la acción aislada.
  51. Lenin, Obras Completas t.4: tres artículos para la Rabotchaïa Gazeta, y t.5 “¿Qué hacer?”.
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