Sobre Rosa Luxemburgo, el socialismo, la democracia…

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“No hay que contar cuentos: nadie sabe cómo cambiar la sociedad en el siglo XXI.”

Esta entrevista es un capítulo del libro del sociólogo Daniel Muhlmann, “Réconcilier marxisme y démocratie”, publicado por Éditions du Seuil el pasado mes de mayo. Agradecemos la autorización para su traducción y publicación en nuestras páginas.

David Muhlmann: Daniel, eres uno de los pensadores y organizadores más influyentes de la extrema izquierda francesa y del movimiento trotskysta mundial, en la dirección de la Ligue Communiste Révolutionnaire (Liga Comunista Revolucionaria, sección francesa de la IV Internacional) y después del Nuevo Partido Anticapitalista. Lo primero que me gustaría abordar es tu relación general, intelectual y militante, con Rosa Luxemburgo. ¿Constituye para ti un punto de referencia en la historia del socialismo internacional, al mismo nivel que Lenin o Trotsky? ¿Ocupa un lugar particular en tu propia trayectoria política? Recuerdo uno de tus artículos sobre Rosa Luxemburgo y la cuestión del partido y la organización, publicado en una entrega de la revista Partisans, titulado “Rosa Luxemburgo viva” (Bensaïd y Naïr, 1969)… Al día de hoy, ¿cuál consideras su herencia, tanto en el plano de la teoría marxista como en el de la práctica revolucionaria por construir? Pienso en particular, aunque no me gusta el término, en la exigencia de “espontaneidad” obrera, planteada como problema crítico para cualquier vanguardia…

Daniel Bensaïd: Debemos felicitarnos ante todo porque haya una actualidad, o una reactualidad, de Rosa Luxemburgo, no desde el punto de vista de una satisfacción ritual, sino porque revela un momento político: no es casualidad que esto ocurra ahora. Dicho esto, para mí, e incluso para nosotros – aunque ese “nosotros” es un poco vago y engloba una dimensión generacional y militante de quienes entraron en disidencia en las juventudes del Partido Comunista de los años sesenta – siempre ha formado parte del patrimonio. Esto es, cuando buscábamos alimento teórico en esa época, Rosa no se encontraba desde luego en la primera fila del comunismo ortodoxo que se nos transmitía, pero tampoco “en el infierno”, a diferencia de Trotsky. Había por tanto una “posibilidad de acceso” a Rosa Luxemburgo. Además, nuestra corriente política ha estado influida en parte por su pensamiento.

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